Durante la II República se le llamó Plazuela de la Administración por estar en el Palacete la administración de la Casa de Campo.

Una plaza indefinida y desconocida por su nombre a pesar de ser el punto de partida obligado para cualquier visita a la Casa de Campo.

En los dos primeros siglos de la Casa de Campo vemos, por los grabados, que la entrada principal al Palacete era la del “norte” dentro del Jardín Reservado de Felipe II, con la estatua de Felipe III y la fuente del Águila Bicéfala. Lo cual no requería una entrada “sur” vistosa, ni una glorieta que quitara importancia a la entrada principal.

Y así se mantuvo, mientras la Casa de Campo fue solamente un jardín del Palacio Real.

Pero con la ampliación y los nuevos usos que le diera el Príncipe Fernando a partir de 1725 a la Casa de Campo y con la declaración de Felipe V como Bosque Real en 1746, la cosa cambió. Ya no era el Palacete ni el jardín el sitio obligado para empezar una jornada de caza. Fue entonces cuando se fueron suprimiendo elementos que comprimían al Palacete como las cocinas y los jardines que ocupaban su mitad.

Aunque fue el arquitecto Juan de Villanueva el primero en nombrarla como Plaza Grande en uno de sus proyectos de 1810, lo cierto es que hasta 1934 no se configuró como hoy la vemos.

Vemos en el plano de Texeira 1656 que la plaza aún no está conformada y la ocupan, como dijimos, los jardines del Jardín Reservado y las cocinas.

En un dibujo de 1750, vemos que las cocinas ya no existen y en 1830 el Jardín Reservado termina a ras de la fachada.

La colocación en 1934 de la fuente conmemorativa de la traída de las aguas del Lozoya, en un espacio semicircular y alargado, será la que organizará la futura plaza.

Hoy la Plaza Grande se articula alrededor de la Fuente de la Buena Suerte que se colocó en 1934, desde la que podemos ver su alineación con el Palacio Real y con el Palacete de los Vargas.