Palacete de los Vargas

No tener en cuenta los nombres que Google utiliza en su mapa.

VER SITUACIÓN EN Google Maps UTM 30T 438620.88 m E – 4474531.81 m N. En la Glorieta Grande.


Llamada también la Casa de Campo de Felipe II o de los Vargas, Casa del Administrador, Palacio de la Alcaldía o simplemente Palacete de los Vargas. Durante el Reinado de Jose I el edificio se le llamó Real Palacio de la Casa de Campo.

La Casa del Campo de los Vargas o de Felipe II es el edificio más antiguo de la Casa de Campo y el que da nombre a todo el parque. 

Existe una cierta confusión en el genérico que debe recibir este emblemático edificio y que no es otro que el de Palacete como suele llamarse a la casa señorial de todo jardín.

Nunca deberíamos llamarle Palacio de los Vargas, ya que este término lo recibe otro edificio ubicado en el número 4 de la plaza de la Paja en Madrid. Ni Casa de Vargas y menos aún Casa de Iván de Vargas, ya que Iván de Vargas «vivió» casi cinco siglos antes de que se edificara esta casa de campo.  


Dibujo de Anton Van de Wyngaerde
 de la Casa de Campo de los Vargas en 1561 cuando la compra Felipe II

De origen renacentista, fue construida en 1519. Así lo asegura Fray Lorenzo de San Nicolás. Se trata de una de las primeras casas de campo de ese estilo construidas en España, a imagen de las villas italianas. 
El probable constructor del palacio, el maestre Antonio de Madrid, le dotó de ciertos aires arábigos, a lo que pudieron contribuir los alarifes moros que en esa época trabajaban en Madrid.

Desde el sábado 28 de junio al domingo 13 de julio de 1539 estuvo alojado en este Palacete de los Vargas Carlos V con motivo de la muerte de la Reina Isabel de Portugal su esposa.

Días después haría su entrada en Madrid. Durante este tiempo el Rey siguió despachando desde el Palacete de la Casa de Campo como si lo hiciera desde el Alcázar. Así queda reflejado en el trabajo de Manuel de Foronda y Aguilera del año 1914 “Estancias y viajes del Emperador Carlos V”.

Lo adquiere Felipe II junto con la finca el uno de agosto de 1561 a Rodrigo de Vargas por el poder dado por la viuda de Fabrique de Vargas, doña Antonia Manrique de Valencia y su hijo Francisco de Vargas Manrique.

Junto a la Casa de Campo compró también: “tierras, árboles, agua estable y manante que todo ello recibe la casa y huerta del campo”.

La Casa de Campo en 1637 en el cuadro de Félix Castello con las reformas de Juan Bautista de Toledo a partir de 1561.

Una vez comprada la casa, intervinieron en su reforma Juan Bautista de Toledo y Gerónimo de Algora. Variando la fisonomía de la Casa de Campo de los Vargas primitiva, esa que quedó recogida en algunos grabados de Jan Cornelisz Vermeyen, hacia 1534 y varios de Anton Van de Wyngaerde en 1561. 

Este edificio servía de estancia pasajera, ya que su proximidad al Alcázar hacía innecesario el hacer noche en él.

Salvo excepciones, nunca fue residencia de ningún monarca. 


Era un lugar confortable, y con una decoración entre palatina y doméstica que ayudaba a hacer de él un lugar agradable. Muy lejos de la grandiosidad del Palacio Real, o de los palacios de; Aranjuez, El Pardo o La Granja. 

No estuvo nunca recargado de lujos, aunque sí tuvo un buen número de obras de arte como; El Jardín de la Delicias y el Carro de Eno del Bosco y La Apoteosis de Atenea en el Salón de Baile obra de Mariano Salvador Maella (1798).

Así hablaron algunos contemporáneos del Palacete:

En 1626 el cardenal legado Francesco Barberini dice del edificio: 

 ”Esta es una Casa bastante ordinaria y rústica... con más forma de alquería que de mansión real... 
en ella no hay ni cuadros, ni adornos, ni muebles preciosos”. 


De igual forma se expresa en el siglo XVII  Cosme de Médicis, en el relato sobre su viaje por España y Portugal la califica como impropia de un Rey. 

Antonio Ponz Piquer en su «Viaje de España» también la considera pequeña habitación, sin embargo alude con cierta alabanza a la fachada del Jardín del Caballo con su pórtico de columnas dóricas y arcos.


Por mucho que los arquitectos alaben o denigren su construcción, para los historiadores la Casa del Campo de Felipe II y sus tierras fueron uno de los motivos por los que Madrid fue elegida para establecer en ella la Corte permanente.

Unos siglos más adelante Fernando VI, el verdadero creador de la actual Casa de Campo, una vez que el Alcázar fuera devorado por un incendio, quiso que el nuevo Palacio Real rompiera el eje norte-sur de su fachada a poniente, para situarse en un eje imaginario que  se aprecia claramente desde la Fuente de la Buena Suerte.

Casa de Campo en 1903 con la reforma que hizo Francisco Sabatini en 1773.

El antiguo palacio renacentista que vemos en los grabados y que fue el que legó Felipe II a sus herederos, es prácticamente derribado por Sabatini  en 1773 ya que el edificio estaba próximo a la ruina debido a las humedades y las vigas de madera de su pórtico. A la vez  elevó su nivel media vara, lo que equivale a 42 centímetros, para protegerlo de las humedades.

Sabatini respeta la portada de estilo barroco que en 1730, en una actuación anterior había colocado el arquitecto Maestro Mayor de Obras Reales Juan Román.

El 30 de abril de 1842 en un inventario de la Real Casa de Campo se refiere así al Palacete:


”Pieza primera o sea antecámara, salón de las Columnas, salón para tomar café, retrete en la galería, pieza que antecede al comedor, con vistas al jardín, comedor, pieza de oratorio o sea recibimiento de S.M., pieza de vestir, ante alcoba y alcoba, retrete en la alcoba, tocador, cuarto del llavero, cocina, y guarda muebles”. 


Sin embargo, unos años después en el reinado de Alfonso XII sabemos que la casa carecía de dormitorio real. Tampoco tenía espacio para los sirvientes, de ahí que la utilidad más común fuera la de Casa del Administrador y otras autoridades que se alojaban allí. 

Casa de Campo en 1969 reformada por el arquitecto Herrero de Palacios.

La Casa de Campo fue nuevamente reformada en 1968 por el arquitecto Manuel Herrero de Palacios. No lo hizo, como algunos aseguran, por haberse destruido durante la Guerra Civil de 1936-39. Ya que el ingeniero Fernando Martín-Sánchez Juliá, dice en un informe, que quedó intacto después de la guerra.

Obras de restauración donde se cambiaron las vigas de madera por hierro

Su actuación tuvo más que ver con el abandono y desidia que hubo en todos los edificios de la Casa de Campo.

El arquitecto Herrero de Palacios nunca supo el valor de la casa sobre la que estaba actuando, (ver su proyecto).

Quitó las vigas de maderas sustituyéndolas por vigas de hierro y su cubierta la hizo al gusto de ese momento, con pizarra, aunque en su origen tenía teja árabe. Le añadió una especie de guardilla y una pequeña terraza a ambos lados. Zócalos de piedra, y un escudo de Madrid.

Aquí se aprecia el añadido de Herrero de Palacios de 1969
la Casa de Campo reformado a partir de 2014 obra del arquitecto Cleto Barreiro

En 2014 después de que el Palacete fuera abandonado y sus techumbre e interior sufrieran la consecuencia del abandono. Se solicitó el mantenimiento necesario para su conservación.

Como en otros informes anteriores se mantenía la idea de que el Palacete se había destruido durante la Guerra Civil 1936-39.

Argumento totalmente falso y que se pudo demostrar durante la restauración con el estudio arqueológico realizado por el arqueólogo Manuel Silvestre Barrio.

Se pudieron ver las arcadas que aún se conservaban del edificio renacentista y que Sabatini conservó.

Todos los elementos de Herreros de Palacios se han sustituido en 2014 por el arquitecto Cleto Barreiro Sorrivas, con desigual fortuna, ya que la teja no corresponde con la que el edificio tenía y las guardillas presentan una terminación poco elegante.

Ahora está pendiente su rehabilitación interior con arreglo a las normas que dicta Patrimonio Histórico de la Comunidad de Madrid y que recoge la declaración de Bien de Interés Cultural de 2010.

Uno de los proyectos que se están manejando para la rehabilitación son el estudio hecho por los arquitectos Pau Soler y José Ramón Menéndez de Luarca en marzo de 2019.

Del Proyecto de Pau Soler 2019

Es una pena que un proyecto tan prometedor carezca de rigurosidad en los datos que aporta y en la toponimia. Y todo por esa desidia o soberbia de no corregir lo que esta mal y que tienen tanto los arquitectos como la administración, y más cuando nos ofrecimos desinteresadamente, como siempre, a Pau Soler y a Luis la Fuente Batanero para dejar un trabajo con la categoría que merecía.

Cuando se pueden hacer las cosas bien o mal, nadie coherente se plantearía hacerlas mal, parece una obviedad.

No ponemos este proyecto en la página por ese motivo; está plagado de errores que precisamente esta web quiere evitar.


Desde este edificio se puede comenzar una visita muy interesante y educativa ya que conecta con los orígenes de la Casa de Campo y la capitalidad de Madrid.

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