Felipe II

Felipe II de niño

“Don Felipe Segundo (este gran Rey) fue el que plantó en Madrid de asiento su Corte año de 1561. Y quien ordenó, y ennobleció todas las Casas Reales, y Bosques de su contorno para las Reales Recreaciones y especialmente los del Pardo, Aranjuez, el Escorial, y Balsaín; el que al Alcázar de Madrid añadió la Casa del Campo, el Parque y Bosque de Sagra”.
Recopilación de Reales Ordenanzas, página 1, Parte Primera. (1687)


Vemos en el documento que la Casa de Campo fue adquirida para servir de Jardín Real al Alcázar, como lo fue el Bosque de Sagra, hoy Campo del Moro.


En 1556, año en el que dio comienzo el reinado de Felipe II, sus credenciales eran la de uno de los reyes más poderosos del mundo, tomo nota del encabezado del juro (Archivo Regional de la Comunidad de Madrid Signatura 96173/6). que firmó para hacerse con la Casa del Campo de los Vargas:
“Yo Don Felipe II por la gracia de Dios Rey de Castilla de León de Aragón de las dos Sicilias de Jerusalén de Portugal de Navarra de Granada de Toledo de Valencia de Galicia de Mallorca de Sevilla de Cerdeña de Córdoba de Córcega de Murcia de Jaén de los Algarves de Algeciras de Gibraltar de las Islas Canarias de las Indias Orientales y Occidentales islas y tierra firme del mar océano archiduque de Austria duque de Borgoña y de Barcelona señor de Vizcaya y de Molina etc.”

Todo este poder territorial contrastaba con el poder económico, ya que en estos años las arcas reales estaban vacías. Por eso tuvo que emplear estrategias y mucha diplomacia para poder hacerse con la Casa del Campo y el Bosque de Sagra:

“ …antes de mandar el traslado de la Corte a Madrid, tengo en intención más preciada, dotar de jardines a mi muy austero Alcázar de Madrid, para lo que he comenzado compras en sus aledaños”.


No optante, la historia de estas compras no se hubiera precipitado sin los acontecimientos que ahora os contaremos:
En 1558 muere María Tudor la segunda esposa del monarca, con la que mantiene una relación desigual, ya que él no llegó a quererla mientras que ella estaba perdidamente enamorada. En la distancia, en París, el 22 de junio del año siguiente, contrae matrimonio con Isabel de Valois en Notre-Dame. La niña Isabel que hasta ese momento había sido la prometida de su hijo Carlos, sin que ella pudiera hacer nada, se vio casada con un hombre de 32 años que la elevaba a la categoría de reina.

Cuando Isabel llega a Toledo desde Guadalajara es recibida con un gran ceremonial. Sucede sin embargo un hecho que hará cambiar los planes de Felipe II, si no estaban ya en su mente; Isabel enferma de viruelas en Toledo y por su juventud y los cuidados que recibe, sobrevive. Durante la enfermedad la pequeña Isabel, ahora con quince años, le pedirá al Rey que la lleve lejos de esta ciudad aburrida que es Toledo y sobre todo de su Alcázar, una especie de fortaleza sin jardines, y ella venida de Francia echaba de menos los espacios abiertos. Quiere un jardín donde pasear y sentir el aire en su rostro. Así lo leemos en la correspondencia con su madre Catalina de Médici:

“Toledo, a pesar de lo mucho que festeja la Corte, me aburre” y continua “Desde mi ventana sólo veo tejados y paredes, y a lo lejos tierras áridas y descoloridas”


Los deseos de un Rey son a veces los de su Reina y más cuando se dice que Felipe II estaba locamente enamorada de Isabel. Y para ello vino Felipe II a confirmar y ampliar las adquisiciones que estaba realizando en Madrid, con el fin de dotar de espacio a su vetusto Alcázar. Y no le pareció suficiente, para agradar a Isabel, con la compra del Bosque de Sagra. Reanudó entonces las negociaciones para hacerse con una parcela de terreno a las afueras pasado el río Manzanares en la que había una Casa del Campo, que perteneciera al fallecido Francisco de Vargas, justo enfrente del Alcázar. Y digo reanudo porque tenemos noticias de que en 1559, desde Bruselas, ya había intentado la compra:


«En lo de la compra de La Casa de Vargas bien será que deis cuenta a Joan Vázquez, de la que vos y Luys de Vega habéis platicado, para que conforme a lo que les paresciese se entiende luego en tratarlo y concertarlo, porque holgávamos de verlo efectuado, antes de mi ida a los Reynos, y luego … (15 de febrero de 1559, Bruselas).
«Gaspar de Vega me ha escrito, que Luys de Vega y él, havían platicado en la forma que se terna, para tratar lo de la compra de la Casa de Vargas del Campo, sin que pareciese que era por Comisión mia, porque ese huviese en mejor prescio yo les mando responder que os den cuenta dello, y conforme a los que os paresciese, se entienda luego en concertarlo, ordenarles eys, lo que viéredes que más convenga, y dándola precio onesto, conclúyase con la brevedad que se pueda porque holgaría que se efectuase antes de mi ida de los Reynos de Bruselas. 15 de abril 1559».

…la compra de La Casa de Vargas querría hallar efectuada, o a lo menos concertada antes de mi llegada a esos reynos, dareis en ello la mejor orden que os paresciere y avisad a Luys de Vega de las diligencias que ha de hazer que para ésto poco inconbiniente puede traer estas acá de su hijo D. Fadrique de Vargas, por ser menor de edad, que sus tutores lo podrán concertar, empleando el dinero que por ellos se le diere en otra casa que él le sea más útil. Julio 1559″. Archivo General de Palacio.


En principio se pensará que debió de ser fácil cumplir sus deseos. Pero hay dos cosas que impidieron esa facilidad; primero, que las tierras que tanto deseaba, no las poseía un humilde labriego, ¡no! los propietarios eran gente de alto linaje a los que el Rey debía favores y con los que no quería roces. Y segundo, que en su fuero interno le costaba pagar lo que aquellos le pedían. No era tiempo de derroche y no estaba dispuesto a dar más de aquello que él consideraba justo.


No obstante, se trataba de un asunto, el de la compra, impropio de ser tratado directamente por el Rey, como le dijo Juan Vázquez de Molina su secretario. Fue entonces cuando este tomó las riendas de la compra. Debía de hacerlo con precaución, para no levantar sospechas del gran interés que despertaba en el Rey la finca. Actuaba así porque era sabido que la especulación desde siempre ciega a los propietarios que no encuentran límite a los precios.

“el Rey en su reserva, mantenía oculto otro secreto… sólo traería la Corte a Madrid si prosperaban aquellas compras”.

Son tiempos difíciles, desde el año 1557, los problemas son muchos, los enfrentamientos con Francia en la Batalla de San Quintín, aunque habían sido victoriosos, habían dejado al país en la ruina, hasta el extremo de que se tuvo que declarar la bancarrota.

La Casa de Campo que llegó a poseer Felipe II

Pero no cejó en su empeño, y con la diplomacia de Juan Vázquez de Molina, y algunas promesas que este hizo, quedó apalabrada la compra de la Casa del Campo de los Vargas. Unos días después, el 8 de mayo de ese año de 1561, Felipe II emitió desde Toledo una cédula real dirigida a las autoridades madrileñas diciendo:


“Concejo, justicia, regidores, caballeros escuderos, oficiales y hombres buenos de la Villa de Madrid. Habiendo determinado de ir con nuestra Corte a esa villa, hemos mandado a Luis Venegas de Figueroa, nuestro marichal de logis, y a don Juan Portocarrero, aposentador mayor de la reina. Que vayan a hacer en ella el aposento de nuestra casa y corte…”.

Tres días después llegaba el correo a Madrid.


Aún se tardaría varios meses en llevar todos los fardos de la familia Real a la Corte, se dice que la Reina Isabel de Valois no utilizaba dos veces un mismo vestido, por lo que su ajuar debía ser abultado. En defensa de esta actitud se sabe que la Reina, que se trajo de París a sus modistos, vendía a las damas de la Corte los vestidos que ella ya se había puesto.


No habían pasado los tres meses después de que se pusiera en certeza a Madrid como lugar estable de la Corte. Dicen que este hecho fue determinante para que la familia de los Vargas, con múltiples bienes en Madrid, vieran como un buen negocio la venta de su Casa del Campo, si ello contribuía a mantener la Corte en Madrid, a la espera de la revalorización de sus otros bienes. Al final los Vargas, en 1561 aceptaron un Juro -una especie de pagaré- y le ceden a Felipe II su Casa del Campo. (Archivo Regional de la Comunidad de Madrid Signatura 96173/6).


Once mil ducados le costó, de los de “a trecientos y setenta y cinco maravedíes cada uno”, “como reza en el documento que se le entregó a Francisco de Vargas Manrique, hijo de Antonia Manrique de Valencia y del fallecido Francisco de Vargas. Era el día primero de agosto de 1561.

136 maravedíes eran una peseta. La Casa de Campo de los Vargas costó 30.330,89 pesetas o sea 182,30 euros.


No quiero la Casa de Campo para la caza que ello me sobra y basta con otros lugares, y no es esta una de mis aficiones principales. La quiero para el paseo y la meditación que tanto bien hace a mi mente ocupada.

Lógica reflexión de un Príncipe renacentista que introduce, en todos sus palacios, la jardinería que había visto en sus viajes por Europa; en Aranjuez, El Pardo, Valsaín, El Escorial, etc.


Cuentan y es cierto, que Felipe II en su primera visita a la Casa de Campo con Isabel de Valois, llevó a su hijo Carlos para que conociera en profundidad la posesión. Carlos tenía dieciséis años y una enfermedad mental que le hacía violento y malvado. En un descuido Carlos mató a todas las gallinas y aves que había en un corral cercano a la casa, dicen que lo hizo por celos de la que fue su prometida y ahora su madrastra Isabel de Valois. El Rey entro en cólera y mandó que le llevaran a Alcalá de Henares, con la excusa de que los aires de Madrid no le eran convenientes. Ya se sabe que un año después cayó por una escalera y tuvo que sufrir una trepanación que aumentó sus deficiencias. Carlos el hijo que tanto deseó Felipe II, fue su más cruel preocupación y su muerte en julio de 1568 con tan sólo 23 años, marcaría para siempre el carácter del monarca y aumentaría su leyenda negra y más cuando en este año trágico, unos meses después, murió también, su único amor conocido, Isabel de Valois por la que dicen lloró desconsoladamente.

Al respecto de estos acontecimientos, existe una versión muy diferente de los aquí expuesto, sin embargo, todo hace suponer que se debía a esa leyenda negra que los ingleses crearon entorno a Felipe II.
El monarca siguió comprando pequeños terrenos para incorporarlos a la Casa del Campo y sobre todo para crear caminos que sustituyeran a los que quedaron dentro de la finca y que servían de comunicación entre Madrid y sus pueblos.

En 1583 hace las últimas compras, aunque haya escrituras hasta 1598. Muchas de ellas se firmaron para regular terrenos que ya estaban incorporados a la Casa del Campo y otras ocupadas irregularmente, lo que lleva al monarca a tener que indemnizar a los propietarios.

Felipe II en su lecho de muerte

Quiso Felipe II que la Casa de Campo tuviera la misma protección que El Pardo y para ello se edita una Cédula:

“por que aviendo comprado el señor Rey Felipe II la Casa del Campo, y tierras de su heredamiento, las incorporó, y agregó al Bosque del Pardo, por la Cédula 54 de doce de Mayo de 1567, sugetándolas al Alcalde Juez de Bosques, para que juzgazse sus causas, por las leyes, y Ordenanzas hechas para el Pardo”.

Este documento daría pie a un error que cometen muchos historiadores al decir que la Casa de Campo se compró con el propósito de unirla a El Pardo, intención que no aparece en ningunas de sus compras y en ese tiempo nunca estuvo unida. Otra cosa será cuando en 1725 el Príncipe Fernando amplié su tamaño haciéndola llegar hasta El Pardo.

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