Árboles Superviviente

Real Sitio de la Casa de Campo

Por Luis de Vicente Montoya


Todavía no se han cumplido 100 años desde que el Real Sitio de la Casa de Campo se convirtió en parque público. 100 años es una cantidad excesiva para los humanos, pero pequeña para la mayoría de los árboles.

Aún quedan árboles que evocan el Real Sitio.

La Casa de Campo no era solamente un monte dedicado a la caza como figura en el imaginario colectivo. Era también una enorme explotación agropecuaria donde se producían bienes de distinto tipo buscando una rentabilidad. Había amplias extensiones de cultivo de cereal, explotación ganadera, prados, frutales, cultivo de flores, venta de leña y en su interior había edificios e infraestructuras para llevar adelante esas tareas.

Han quedado, en el interior del parque, árboles ya envejecidos cuyo contexto ha cambiado, que han quedado desubicados y extraños. Árboles que no encajaban en la transformación de Real Sitio a parque público y que alejados del núcleo histórico, no han recibido, por tanto, ninguna atención o preocupación por su existencia o devenir.

Árboles añosos, algunos quizás agotando el tiempo de existencia, que les conducirá a su desaparición y a la extinción del recuerdo que portan. Estos árboles nos hablan de configuraciones arbóreas en formas de paseos o plazas y glorietas que el tiempo ha desdibujado, de labores y dedicaciones en épocas pasadas y nos hablan también de costumbres de los moradores y usuarios.

Estos árboles supervivientes son árboles irrelevantes en lo botánico, envejecidos, deformes o renacidos en desorden de sus hijatos, pero son portadores de recuerdo del pasado. Su existencia produce aún admiración y ternura, pero su pérdida producirá tristeza y dejará un hueco difícil de llenar.

TARAY DEL LAGO DE PATINES

Los tarayes se introdujeron a finales del siglo XVI con el propósito de absorber la salinidad del arroyo de los Meaques y aún se conservan descendientes de aquella plantación. Este ejemplar de taray está fuera de contexto puesto que sobrevive en una seca planicie dedicada a aparcamiento y lo hace porque sus raíces son profundas. Sin embargo, este aparcamiento, tiempo atrás fue el Lago de Patines visitado por la familia real y miembros de la aristocracia. Esta circunstancia de especial localización y evocación histórica le ha convertido en el árbol singular más protegido, celebrado y divulgado del parque.

ALMENDROS DEL CERRO DE LAS FIGURAS

De unos antiguos troncos talados han retoñado estos almendros situados frente al antiguo Lago Tenquero, lugar donde se encuentran actualmente las pistas de tenis. Al fondo el cerro de la Sartén, como se le conoce popularmente. Estos almendros dan idea de plantaciones de almendro y otras plantas utilitarias que hubo en la Casa de Campo.

MORERA DE RODAJOS

Esta morera sobrevive completamente fuera de contexto en medio del aparcamiento de la Puerta de Rodajos. Cuesta imaginar cómo ha perdurado en un lugar tan extremadamente inhóspito. No estaba sólo en otra época, sino que formaba parte del conjunto de construcciones y plantaciones que hubo junto a la puerta. Nos evoca a los edificios que formaban una manzana de construcciones: la Casa de Guarda, la ermita de Sabatini, el Cementerio, y el cuartel de la Guardia Civil en tiempos más próximos.

HIGUERA DE RODAJOS

Esta higuera ha logrado sobrevivir a través de hijatos y retoños, que han mantenido la continuidad de la especie y también el recuerdo del lugar.
Nos da idea este árbol de las plantaciones que acompañaban a las Casas de Guarda. Árboles que proporcionaban sombra y frutos y hacían la vida agradable a sus moradores.

PASEO DE MORERAS DE RODAJOS

Se conserva un paseo arbolado de moreras centenarias, antiguo camino cerca de la puerta de Rodajos que han resistido milagrosamente el paso del tiempo ofreciéndonos recuerdo de antiguos paseos arbolados de la Casa de Campo más allá de los habituales paseos de plátanos de general implantación.

MORERAL DE LA PLAZA DE LAS MORERAS

Todavía perduran restos del moreral que hubo al norte de la Plaza de las Moreras. Era una pequeña plantación de moreras relacionada con la elaboración de la seda o la recolección de sus frutos, que evoca el carácter de explotación agropecuaria que en gran medida tuvo la Casa de Campo.

Su restauración aportaría un novedoso lugar singular, donde el paseante encontraría sombra, frescor y evocación histórica.

ACACIA DE LA CASA DE COBATILLAS

Esta acacia no formaba parte de un paseo, formaba parte del arbolado que acompañaba a la mayoría de las Casas de Guarda. Esta acacia proporcionaba sombra a sus moradores. Al fondo hay un fresno fuera de su ubicación natural y posiblemente plantado intencionadamente en este lugar.

CHUMBERAS EN LA CASA DE COBATILLAS

Es difícil tener certezas sobre estas chumberas que se mantienen de forma natural. A pesar de la rareza y exotismo de esta planta, nada impide pensar que estas plantas estuvieran en el Real Sitio, ni que estas plantas estén ahí dentro de otros cien años si no se las arranca de forma premeditada.

CIPRÉS DEL CEMENTERIO DE EMPLEADOS

Tal como es habitual en nuestra cultura el Cementerio de Empleados de la Casa de Campo tenía cipreses en su interior y también había una doble fila de cipreses en el camino ascendente hacia la puerta principal. Los violentos combates que hubo en este lugar durante la Guerra Civil destruyeron todos aquellos cipreses excepto dos que sobrevivieron mutilados. Perdieron la esbeltez propia de su especie. Les correspondería tener más de veinte metros de altura, y no los cuatro o cinco con que han quedado; sin embargo su evocación al antiguo cementerio y al disparate de la Guerra Civil los hacen dignos de respeto.

ALMENDRO DEL CEMENTERIO DE EMPLEADOS

Este almendro situado a la puerta del cementerio revivido quizás a través de hijatos añadía una nota de color con sus floraciones en febrero. Su presencia solitaria junto a las ruinas, en un lugar de preciosas vistas de la ciudad, nos da testimonio del uso de este tipo de árbol en la Casa de Campo.

CEDROS DE LA PLAZA DEL PICADERO

Los cedros del Líbano son la aristocracia de las especies arbóreas, por su gran porte y belleza. La plaza del Picadero, usada para actividades ecuestres y paradas militares. Estaba conformada por círculo de cuarenta cedros de los que en la actualidad sobreviven escasamente diez ejemplares. Estos árboles estuvieron la mayor parte de la Guerra Civil próximos a las líneas de frente y padecieron bombardeos destinados a posiciones cercanas. El ejemplar de la foto se muestra tronchado y con múltiples cicatrices en su corteza.

La plaza del Picadero ya se ha repoblado con nuevos cedros que acompañen a estos desafortunados árboles.

ACACIAS DE LA IGLESIA DE LA TORRECILLA

Los restos de la iglesia de la Torrecilla de Sabatini están sepultados bajo un túmulo de tierra sobre la que se han plantado pinos, en una eficaz labor de camuflaje. No existe, además, ningún cartel que advierta de su localización. Únicamente la presencia de unas acacias plantadas de antiguo y desubicadas en el nuevo pinar, nos dan testimonio de la existencia de aquel edificio singular.

PALMERA DE LA HUERTA DE LA PARTIDA

Esta palmera formaba parte de un pequeño jardín paisajista que existía en la entrada del recinto de Plantas Medicinales. Estaba emplazada en una península dentro de una lámina de agua con forma de riñón. Estuvo completamente abandonada y desatendida durante décadas y se salvó milagrosamente de las obras de soterramiento de la M-30 que convirtió la Huerta de la Partida en un enorme cráter. Esta palmera evoca a ese pequeño jardín paisajista del que formó parte y también a las filas de palmeras, de esta misma especie, que adornaban el eje del jardín del Palacio de los Vargas a principios del siglo XX. Sin embargo es difícil imaginar su pasado en medio del moderno jardín actual.

CONTINUARÁ…….

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