La leyenda de las Siete Hermanas

Entre la leyenda y la realidad.

El Pinar de las Siete Hermanas está estrechamente ligado a la Casa de Campo. 

Que las protagonistas de este relato sean siete, no es fruto de la casualidad. El número siete es un número de mucha importancia. Se considera mágico y está relacionado con la perfección, con la naturaleza e incluso con las deidades. Pero también con el caos, la multitud y los laberintos. Por este motivo, aparece en todas las mitologías.

LA LEYENDA DE LAS SIETE HERMANAS

Extracto


Leyenda que habla de las Siete hermanas perdidas en la Casa de Campo”.

Mucho se hablaba de este lugar, y lo que en él había sucedido, cuando al atardecer junto al fuego, los mayores llenaban las horas imaginativas de los niños.

Así nos ha llegado a nosotros y así lo reproducimos:


Cuenta la tradición que… hace muchos años, siete hermanas de una comarca próxima a la Casa de Campo, se prometieron que cuando la pequeña de las hermanas cumpliera siete años sería el momento para que las siete exploraran las maravillas que se imaginaban en aquellas tierras de caza y diversión llamada la Casa de Campo.


Próximo ya el cumpleaños, no hablaban de otra cosa, sino de preparar esa aventura, sabiendo de los peligros que podían acecharles, pues aquel sitio era del rey y estaba vedada la entrada a extraños bajo castigos severos.

No sabemos que fuerza desconocida las atraía, que sueños habían proyectado sobre aquel lugar.

Y cuando llegó el día esperado.


Por la mañana, agazapadas para no ser vistas, una a una, saltaron la tapia y se adentraron en aquel misterioso paraje.

Las siete hermanas, de la mano, como si fueran «una sola«, comenzaron a andar sin una dirección concreta embargadas de una sensación de miedo y curiosidad.

Siempre juntas, se repetían, estrechando sus manos.

Su corta edad, además de arrojo les añadía ingenuidad y pensaban que seguramente en su incursión por la Casa de Campo podrían ver al pequeño Príncipe que paseaba por aquellos terrenos como si fuera un espectro famélico al que una corte de criados protegían en exceso.

Cuando llevaban varias horas caminando y habían cruzado barrancos y visto sus caras en los arroyos, llegaron a un prado lleno de mariposas y atraídas por sus frágiles vuelos, cada una de las niñas corrió detrás de la que más parecía estar a su alcance.

Pero las mariposas no se dejaban atrapar y volaron atrayendo a las niñas hasta un bosque sombrío de majestuosos pinos.

Las siete hermanas, que se habían soltado de la mano, corrieron detrás de aquellos sueños de colores volantes, hasta caer extenuadas.

La mayor de las hermanas, viendo a la más pequeña que se había dejado caer al suelo llorando por el cansancio… la cogió en brazos y acurrucándola en su pecho, buscó la sombra de aquellos inmensos pinos, la pequeña inmediatamente se quedó dormida.

Mientras… las otras más vigorosas, tomaron aliento y prosiguieron la persecución. Maravilladas por el vuelo zigzagueante de aquellas mariposas que las llevaban sin querer y a su capricho por distintos y sinuosos caminos dentro de aquel inquietante bosque.

Pasaron los minutos… y las horas… y los pinos movían su sombra como relojes de sol de miles de agujas verdes y luminosas.

La hermana mayor al verse sola con la pequeña le pareció que aquellos pinos tenían brazos en vez de ramas y que las envolvían con cierto amor maternal.

¿Dónde estarán mis hermanas?

Se preguntaba.

¿Les habrá sucedido algo?

Y las llamó… y como ninguna dio respuesta, dejó a la pequeña, aún dormida y se fue a buscarlas, pensando que sería un instante.

Cuando la hermana pequeña se despertó y se vio sola, tembló como una frágil rama y entre lágrimas llamó y llamó a sus hermanas, pero ninguna le respondió.

Vio entonces a una ardilla subida en uno de los grandes pinos, divisándolo todo.

¡Si ella que es más pequeña que yo ha subido hasta allí, se dijo, yo también podré hacerlo!

Sin pensarlo trepó como pudo hasta la rama donde había visto a la ardilla y desde allí pudo ver lo grande que era el bosque y a lo lejos le pareció ver a sus hermanas corriendo detrás de algo que no lograba ver, pues la noche se echaba encima, cada una a mucha distancia de las demás.

Gritó para que la oyeran;

¡Hermanas! ¡Hermanas!

…pero ninguna le contestó.  

Bajó del árbol, y todo lo que arriba habían visto sus ojos de niña, abajo se le ocultaba y confundía, todo eran troncos, cortinas de niebla que se interponía. Corrió buscando una salida, cuando ya el sol se ocultaba en aquel bosque de pinos marrón oscuro, pero no la encontró…


Dicen que aún las hermanas siguen buscándose por los múltiples senderos del pinar, y no se encuentran porque cada una sigue caminos diferentes.


Corrió el rumor de que aquellas niñas nunca estuvieron en aquel sitio, ese fue el motivo que frenó la búsqueda.

Así el olvido borró la memoria de las gentes.

Desprendido de la fantasía que tuvo hace mucho tiempo, el pinar recuperó la calma y de nuevo revolotean las mariposas y las niñas, que desconocen la leyenda, van tras ellas cada primavera.

Ahora la presencia de las niñas son tan discretas que nadie les presta atención:

murmullos y risas, siluetas fugaces entre los pinos, huellas de pisadas que hacen crujir las agujas secasCosas que sólo a ti y a nosotras nos estremecen.

Desde entonces en recuerdo de aquellas niñas a este pinar se le conoce como el de las Siete Hermanas.