



El pabellón fue una obra de juventud del equipo formado por J. L. Romany, Casimiro Iribaren y J.A. Guerrero. Los arquitectos explican en la memoria la solución que “ha huido de todo prejuicio tradicional
pensando realizar una arquitectura actual y propia para un edificio de exposición”, apoyándose en el carácter de Jaén como una región “sin particularidades características arquitectónicas” de transición entre
la sobriedad manchega y la luminosidad del litoral mediterráneo.

La solución surge a partir de la abstracción del caserío típico, utilizando como elementos compositivos la luz y el color “materializar la pureza del cielo y el color del paisaje jienense”, intentando cumplir al mismo
tiempo con la modernidad deseada y el carácter regional exigido.

Así describía Miguel Fisac.
Desde 1956, el edificio se amplió en dos ocasiones. La torre creció en altura y se añadieron nuevas salas para exponer el Plan Jaén, minimizando el desnivel con la calle principal. Fue demolido a finales de los años 80.