Casa de Pedro Dirac

No tener en cuenta los nombres que Google utiliza en su mapa.

VER SITUACIÓN EN Google MapsUTM 30T438547.89 m E – 4474564.47 m N. El nombre que utiliza Google es erróneo ya que le llama Galería de las Grutas a lo que es la Casa de Pedro Dirac. Está el el Bosque de la Faisanera entrando por la Puerta del Castaño.

La Casa de Pedro Dirac en la actualidad
Casa de Pedro en 1934

LA CASA de Pierre Dirac o Pedro Dirac

Hace unos años elaborando un estudio arqueológico de la zona del Bosque de la Faisanera donde está la Casa de Pedro Dirac, el arqueólogo Genaro Ferrer Mejía fue el primero que descubrió la Casa de Pedro de la que solo existía una fotografía del año 1934. Nosotros estábamos de acuerdo con Genaro y pudimos certificar que se trataba de dicha casa.

La casa en la actualidad está en ruinas toda su ala derecha y a duras penas se puede identificar la construcción original. Hoy una de sus habitaciones está ocupada por los jardineros para cambiarse de ropa y dejarla en las taquillas. En un proyecto anterior se pretendía derribarla y hacer en ella un restaurante, afortunadamente ese proyecto no salió adelante y hoy espera paciente su suerte, entre la indiferencia y la leve protección que se supone posee.

Situada a la derecha nada más pasar la Garita de Guarda de la Puerta del Castaño, no destaca por ninguna otra cosa que por formar parte en su lado posterior del conjunto de la Galería de las Burlas y la Gruta de Neptuno con la que comparte algunos muros.

Al fondo Casa de Pedro Dirac vista desde la Galería de las Burlas.

Esta casa, sin embargo, carece de valor comparado con el jardinero que la habitó y del que toma su nombre, y es a él al que queremos rendir un pequeño homenaje.

De origen francés, conocido popularmente como Míster Pedro, sabemos bien poco y casi todo por referencias dispersas.

Pero unos hechos ajenos a su condición de jardinero le llevaron a vivir una dramática experiencia de la que afortunadamente salió con vida.

Es por esos hechos por lo que su llegada a Cádiz en 1790 tiene una repercusión nacional.

Cronológicamente tenemos la primera información del jardinero en el año de 1790 en un documento de dos páginas llamado “Recibo de los jardineros Francisco Sánchez y Pedro Dirac, Cádiz 15 noviembre 1790”. Este documento lo sitúa en Cádiz.

Ya no es hasta el 10 de julio de 1808 cuando se genera un expediente a su nombre dentro del: “Expedientes de traslación de ciudadanos franceses al Real Sitio del Escorial y confiscación de sus bienes.» del Archivo Histórico Nacional. En él se dice:

Pedro Dirac, francés, detenido en El Escorial, en el que solicita que se le permita volver a servir su empleo de Arbolista Mayor de la Real Casa de Campo”.

Como vemos en ese momento 1808 era Arbolista Mayor de la Real Casa de Campo, información que confirma en la misma fecha Antonio Sandalio de Arias Costa en su libro “Cartilla elemental de agricultura acomodada a nuestro suelo y clima” que nos habla de él diciendo:

“Mi amigo Mr. Pedro Dirac, habilísimo agricultor, y actual arbolista mayor de S.M. en la Real Casa de Campo”.

Un año después el 28 de marzo de 1809 José I le nombra Jardinero Mayor de la Casa de Campo con este documento:

“Nombramientos en la Casa de Campo: Director de la Casa de Campo, a José Álvarez del Valle. Recaudador, a Vicente de Anduaga. Jardinero Mayor, a Pedro Dirac. Ayudante del Jardinero Mayor, a Manuel García Palafox y Médico, a Félix Pérez”. Archivo General de Palacio

Y en mayo de 1809 encontramos un documento que dice:

«He dado las órdenes convenientes al Director del Jardín Botánico para que entregue a Don Pedro Dirac las simientes de árboles que se necesitan para la Casa de Campo…».  Archivo General de Palacio.

En 1821 aparece como vendedor de unos pagarés de la diputación de comercio en el Diario de Madrid del 3 de octubre.

En 1822 se nombra a Pedro Dirac alcalde de Barrio de las Afueras, no sabemos si se trata del mismo Pedro o de algún descendiente, que le sitúa en la Casa Blanca del Arroyo del Albroñigal.

Ya no volvemos a tener documentos de sus actividades en la Casa de Campo. Sucede sin embargo un hecho poco común dentro de la toponimia de la Casa de Campo y es la de nombrar la casa donde vivió el jardinero como Casa de Pedro, Míster Pedro o Míster Pierre. Este caso sólo se dará refiriéndose a una persona con la Casa del Renegado. Y es a partir de ese año cuando aparece su nombre en muchos documentos y sobre todo se nombra su casa “Casa de Míster Pedro”.

No sabemos si algún hijo suyo heredó el puesto de arbolista ya que la casa donde vivió se la siguió llamando Casa de Pedro – “Casa de Míster Pedro” “o como dice Madoz “Casita de Míster Pierre”.

La casa la sitúa Madoz dentro del plantel, casi encima de la Galería de las Grutas y así es como permanece en la actualidad.

Estos datos cogidos de aquí y allá no nos acaba de dar la verdadera dimensión que tuvo en su momento Pedro Dirac. Tenemos que recurrir a unos documentos que se encuentran en el Archivo Histórico Nacional (A.H.N.) por los que podemos al menos en esta época de 1785-90 saber los avatares por los que pasó y de los que él fue testigo y contó.

Ahora veremos cuales eran los motivos de tal expectación a su llegada a Cádiz:.

 No exagero si los titulo:

Las aventuras y desventuras del jardinero Pedro Dirac

El sultán de Marruecos Sidi Mohammed III ben Abdel-lah al-Jatib con el que Carlos III mantenía unas buenas relaciones se servía de artistas españoles para adornar sus palacios; pintores, arquitectos, jardineros etc. se trasladaban, por buenas sumas de dinero, a Marruecos para entrar al servicio del sultán.

En 1785 Pedro Dirac por consejo de Carlos III llegó a Marruecos para que, junto a Francisco Sánchez, también jardinero, que llevaba ya tres años allí trabajando para el sultán, formaran un jardín en el palacio que este tenía en Rabat.

La muerte de Carlos III el 14 de diciembre de 1788 deja a los trabajadores españoles a su suerte ya que Carlos IV delega en el Conde de Floridablanca ministro de Estado español la suerte de estos, sobre todo a partir del 9 de abril de 1790, cuando muere Sayyidi Muhámmad, y se autoproclama sultán uno de sus hijos Mawlay al-Yazid que tenía grandes diferencias con su padre, incluso este trató varias veces de derrocarlo. Pero en lo que más se distinguió el nuevo sultán fue en sus relaciones con los extranjeros. Los expulsó a todos, menos a los británicos, que prometieron ayudar al sultán en una guerra contra España para recuperar Ceuta. Guerra que perdería ya que sus propios hermanos se pusieron en su contra, dos años después en 1792 murió Mawlay al-Yazid en uno de los muchos enfrentamientos con sus hermanos.

Y todo lo que había sido una amistosa colaboración entre los monarcas españoles y los marroquíes iba a convertirse en una pesadilla, para los dos jardineros, y todo el personal español que en esos momentos estaban en Marruecos.

Para que veamos cómo es la situación en esos momentos, basta decir que el antiguo ministro Muhámmad b. al-Arbi Qaddús Effendi, que había demostrado siempre simpatía por España, es el propio sultán el que ordena que se le ejecute y que se cuelgue su cabeza en la puerta del convento de Mequínez, convento de frailes españoles, cuyo padre superior era fray Juan Gallardo de San Antonio y que se ponga la mano cortada en la puerta de la casa consular española en Tánger. Y así se hizo. Con este gesto el sultán quería dejar bien claro que había roto todas las relaciones con España y que los españoles no eran personas gratas en Marruecos.

¿Qué sucedió a los trabajadores españoles que estaban en Marruecos?

Tres meses después de proclamarse sultán, a finales de junio de 1790 los dos jardineros, Pedro Dirac y Francisco Sánchez, fueron llamados por Mawlay al-Yazid a Fez para que le formaran allí un jardín. Se presentaron a Mawlay al-Yazid en Fez a primeros de julio y el sultán les señaló una huerta en la que debían realizar su trabajo, fijando a cada uno de ellos una asignación diaria de ocho reales y una botella de aguardiente.

Pedro Dirac y Francisco Sánchez estuvieron en Fez sólo un par de meses. El 11 de septiembre se trasladan a Larache, donde estaba Mawlay al-Yazid para recibir nuevas órdenes. Este les ordenó que se fueran a casa del comisionado español José de la Cruz, pues quería darles un buen regalo para que se retirasen a España pronto y contentos.

El día 14 del mismo mes de septiembre dice José de la Cruz que había presentado al sultán unas frasqueras de licor y que había aprovechado aquella oportunidad para pedirle que autorizara a los dos jardineros a embarcar con destino a España o pasar a Tánger, logrando Cruz que el sultán diese órdenes en este sentido. Pero, por desgracia para ellos, estas órdenes no llegaron a cumplirse y los dos jardineros hubieron de permanecer en Marruecos por algún tiempo contra su voluntad.

Poco después de la proclamación de Mawlay al-Yazid, éste concede una audiencia privada al vicecónsul de España en Tánger, Antonio González Salmón, en el curso de la cual el sultán prometió a Salmón, entre otras cosas, ”que escribirá cartas para la seguridad de todos los misioneros y demás españoles que hay en la tierra”. Dichas cartas no pudieron escribirse en aquella ocasión y el gobernador de Tánger, Abd al-Málik b. Muhámmad, promete a Salmón entregárselas al llegar a Tánger.

Vista la situación Antonio González Salmón decide flotar un barco para que todos los españoles puedan salir de Marruecos y así lo hace, pero informa al Conde de Floridablanca de que al marcharse de Marruecos todavía quedaban allí los siguientes españoles: tres franciscanos en Marrákus, tres en Mequínez y uno en Mogador; también en Mogador están el comisionado español con su familia y cinco maestros de pintura, carpintería y albañilería; por último, en Larache han quedado el comisionado español José de la Cruz, su mujer y sus hijos. Y pregunta Antonio González Salmón en qué términos se deben reclamar para que regresen a España en alguna embarcación parlamentaria.

Antonio González Salmón se ha olvidado de que en Larache estaban también los dos jardineros, Pedro Dirac y Francisco Sánchez, y de que con José de la Cruz estaban, además de su esposa y su hija pequeña, un hermano de la Cruz, la madre política del mismo Cruz y dos criadas, madre e hija.

El Conde de Floridablanca había aconsejado a Antonio González Salmón que prolongara por algún tiempo su permanencia en Tánger, a fin de que los españoles residentes en las ciudades más lejanas tuvieran margen para solicitar de Mawlay al-Yazid el correspondiente permiso para repatriarse, pero Salmón no espera y parte sin estos españoles.

Carta de Juan Manuel González Salmón a José de la Cruz.

Cádiz, 2 octubre 1790.

  1. H. N., Estado, leg. 4316.

“Respecto a que no hubo tiempo a mi salida de Tánger para insinuar a Vm. procurase salir de ese puerto para cualesquiera de los de España con la familia y los dos jardineros españoles que se hallan ahí, y considerando que en el día no se podría dar este paso sin consentimiento y permiso de ese gobierno o de S. M. M., encargo a Vm. solicite del mejor modo que le parezca esta licencia para retirarse con los demás españoles que ahí hubiere y, si acaso no se les permite ni se les ha tratado o trata bien por esas gentes, cuidará de avisármelo lo más breve y por el conducto que pueda, pues conduce tener estas noticias por acá; y no ofreciéndose otra cosa por ahora, quedo rogando a Dios guarde su vida muchos años”.

Este hecho empeora las relaciones entre España y el sultán. El 19 de octubre José de la Cruz, con toda su familia, y los dos jardineros, así como los tres religiosos de Mequínez, son conducidos con grilletes a Tetuán, a presencia del sultán. Este decide enviar a las mujeres y los dos jardineros a Ceuta, con una carta para el rey de España en la que pide a Carlos IV que de no enviar a todos los marroquíes que estaban prisioneros en España y el dinero que consideraba se le debía, haría quemar a fuego lento a José de la Cruz, a su hermano, a todos los religiosos y a los demás españoles que había en Marruecos o de los que pudiera apoderarse en adelante.

José de la Cruz sufrió el peor de los tratos, los que lo conducían de Larachc a Tetuán hacían galopar a propósito al caballo para que los grilletes le hirieran los pies. En Tetuán estuvo encerrado en una cárcel ordinaria, junto a su hermano y los religiosos, con la perspectiva de ser quemados vivos si el rey de España no accedía a las exigencias del sultán.

Las mujeres y los dos jardineros, se les envió al campo de Ceuta, pero Mawlay Alí no los dejó pasar a la plaza; los retuvo en el campo fronterizo por espacio de nueve días, durante los cuales sufrieron hambre y toda clase de miserias, y finalmente los hizo volver a Tetuán. De aquí fueron enviados por orden del sultán a Tánger, donde llegaron el 18 de octubre por la tarde, confiados al cuidado del cónsul de Venecia, Giacomo Girolamo Chiappe. Allí mandó a los dos jardineros, se les obligó a trabajar en los jardines del sultán en Tánger, percibiendo cada uno media piastra fuerte.

Carlos IV se ve obligado a responder al sultán y cumplir sus pretensiones, mandando una carta conciliadora.

En cuanto recibe esta carta, Mawlay al-Yazid ordena que se ponga en libertad a todos los españoles y que se reúnan en Tánger con el fin de enviarlos a España.

Desde Tánger se expide a Cádiz un falucho que lleva diversos pliegos. En el mismo falucho llegan a Cádiz el 7 de noviembre los dos jardineros Pedro Dirac y Francisco Sánchez. Estos dan una serie de pormenores sobre los sucesos ocurridos en Marruecos, que vienen a confirmar o rectificar lo que se sabía por otros conductos.

Por ejemplo, afirman los jardineros que, al ser llevados a Tetuán, ni a ellos ni a los religiosos se les había puesto grilletes.

También manifiestan que en Tetuán habían estado todos en una casa del modo referido, es decir, unos con grilletes y otros sin ellos. Esta casa no era la cárcel, si bien había guardia en la puerta para no dejarlos salir. Por último, el gobernador de Tánger había regalado a los dos jardineros de parte del sultán “cincuenta pesos fuertes a cada uno y seis docenas de gallinas”.

En vista de las noticias dadas por los dos jardineros, Joaquín de Fonsdeviela dice el 16 del mismo mes de noviembre al gobernador de Tánger, al-Táhir b. Abd al-Haqq Fannís: «[…] Los maestros jardineros llegaron agradecidos a la generosidad con que los trató S. M. M. y espero que los vice-cónsules y religiosos experimentarán en esa plaza la buena acogida que V. E. ofrece.

Para terminar con estos dos jardineros, diremos que Salmón les abonó en Cádiz los sueldos que se les adeudaban, que eran de veinte meses a Pedro Dirac, por un importe total de diez mil reales de vellón, y de seis meses a Francisco Sánchez, por un total de dos mil cuatrocientos reales, hasta final de octubre, y que el 18 de noviembre marcharon a Madrid provistos de una carta de recomendación para el conde de Floridablanca, expedida por Juan Manuel González Salmón.

Correspondencia y documentos en los que se basa el relato anterior.

Juan Manuel González Salmón al conde de Floridablanca.

Cádiz, 18 noviembre 1790.

  1. H. N., Estado, leg. 4322.

Exmo. Señor

Los jardineros Francisco Sánchez y Pedro Dirac, que de orden del Rey nuestro Señor pasaron al servicio de S. M. M., el primero el año de 82 y el otro el de 85, han conservado en todo este tiempo arreglada conducta en aquel país, sin dar jamás que decir y desempeñando su obligación a satisfacción del difunto soberano y del actual, sin embargo que éste en alguna manera los ha hecho padecer, por haberlos mandado poner en grillos, con los demás españoles que había en Larache, y en esta forma los llevaron a Tetuán, por lo cual, y en virtud de lo bien que han cumplido su encargo, tengo el honor de hacerlo presente a V. E. para que, en atención al referido mérito contraído en aquella tierra, merezcan la protección y favor de V. E. estos dos individuos, quienes se hallan satisfechos por hoy de todos sus sueldos hasta últimos de Octubre anterior.

El Todopoderoso guarde la vida de V.M. muchos y felices años. Cádiz,

18 de noviembre de 1790.

Recibo de los jardineros Francisco Sanchez y Pedro Dirac.

Cádiz, 15 noviembre 1790.

  1. H. N., Estado, leg. 4322

Decimos nosotros, Pedro Dirac y Francisco Sánchez, maestros jardineros destinados al servicio de S. M. Marroquí haber recibido del Señor Don Juan Manuel González Salmón, cónsul General de España en aquellos dominios, lo siguiente: el primero diez mil reales de vellón, importe de veinte meses de mis sueldos devengados desde primero de Marzo del año próximo anterior hasta fin de Octubre pasado inclusive, a razón de quinientos reales vellón en cada uno; y el segundo Dos mil y quatrocientos reales dichos, que los componen seis meses de salario que se me debían desde primero de Mayo de este año hasta último de dicho Octubre, a razón de quatrocientos reales vellón mensuales; cuyas dos partidas ascienden a doce mil quatrocientos reales vellón. Y para que conste, firmamos dos de un tenor para solo un efecto, en Cádiz a 15 de Noviembre de 1790.

Francisco Sánchez. [Rubricado.] Pedro Dirar. [Rubrícalo.)

  1. H. N., Estado, leg. 4322.

Exmo. Señor:

Esta carta se dirige a incluir a V. R. traducción de una que acabo de recibir de S. M. M., acompañándole también otra original que me escribe uno de los religiosos de Mequinez. Por ambas se enterará V. R. de lo mucho que le ha agradado al soberano la pastilla de chocolate, té. azúcar y algunas aguas que le mandé de regalo, mostrándose inclinado a complacernos en un todo.

El criado moro que lo fue conduciendo hasta Fes viene diciendo que S. M., después de haberlo visto todo y hecho mil elogios de la nación, señaló diariamente al religioso que también pasó de Mequínez a presentarle estas cosas, un carnero, gallinas, manteca, pan, aguardiente y vino para su manutención diaria, instándole el mismo soberano de quedarse allí por unos quince días para ver a Fez.

También se le han presentado a S. M. los dos jardineros y, después de señalarles una huerta para su trabajo, les asignó 8 reales a cada uno por día y dos limetas de aguardiente.

A su llegada a España de los dos jardineros estos fueron interrogados y contaron lo siguiente.

Noticias que han dado los dos jardineros que han venido de Marruecos:

Los dos jardineros Pedro Dirac y Francisco Sánchez que han venido de Tánger, refieren:

“Que cuando murió el rey de Marruecos se hallaban en Rabat y que el sucesor los hizo pasar luego a Fez a componer sus jardines, señalándoles ocho reales diarios a cada uno y una botella de aguardiente; que desde luego que entró a reinar mandó cortar la cabeza al primer ministro que tenía su padre y la envió a la casa de los padres de Mequínez y la mano a la consular de Tánger, diciendo lo había mandado así por las picardías que había hecho aquel ministro con el cónsul de España en vida de su padre; que desde luego llamó al vicecónsul, a quien dijo que quería Ceuta (para cuya empresa se empezaron a experimentar algunos aprontos de gente y efectos de guerra) y que en llegando el cónsul trataría de ello, respecto de no hallarte él con facultades, pero siguieron los aprontos. Pasó después de Tetuán a Tánger, donde volvió a hablar con el vicecónsul y le regaló un caballo, manifestándole buenas apariencias de querer continuar la amistad con España y deseos de que llegase el enviado para tratar de ello; que luego se marchó a Fez y, estando en esta ciudad, le fue la noticia de que había llegado a Tánger el enviado, quien hizo preguntar al Rey que dónde debería ir a encontrarse con S. M. y el Rey respondió que se estuviera quieto hasta que fuese a Larrache, pues desde allí dispondría dónde debería ir; que el Rey salió para Larrache y, estando en esta ciudad, envió por conducto del gobernador de Tánger un caballo al cónsul, con orden para que desembarcase, y al gobernador, que le acompañara con quinientos hombres de acompañamiento y que buscase doscientas mulas para que condujesen el regalo; que el cónsul se excusó a esto diciendo que esperaba orden de su corte para desembarcar; y, aunque el Rey le instó repetidas veces que bajase, manifestándole que, si no tenía facultades para tratar de la continuación de las paces conforme estaban con el Rey su padre, que desembarcase y le daría cuatro meses de término para esperar la respuesta de su corte. Que últimamente, al cabo de algunos días, el cónsul envió a Gabarro con una carta al Rey, de quien recibió de regalo una mula, y concedió todo lo que pedía el cónsul, asegurándole por su Ley la seguridad, por la cual desembarcase sin recelo, que no haría más que su gusto y que le daría todo el tiempo que quisiese para esperar las respuestas de su Rey. Que cuando el cónsul recibió esta carta, recogió los frailes de Tánger y paisanos que estaban en su casa, con pretexto de comer a bordo, y picando cables se hizo la fragata a la vela; de lo cual, indignados todos los moros, acudieron a la casa consular y rompieron las banderas y muebles que había en ella. Que el Rey, estando en Larrache, observó desde un baluarte que una fragata daba caza a cuatro jabeques suyos y, viendo que apresaron y se llevaron dos de ellos, se enfadó mucho y envió a buscar al comandante que mandaba los cuatro, que se había retirado a la bahía, y le preguntó de qué nación era la fragata que se había llevado sus jabeques y le respondió que eran españoles, lo que no quería creer, diciendo que cómo podía ser fuesen españoles, si estaban en paz y su cónsul para bajar a tierra en Tánger; que al día siguiente recibió la noticia del gobernador de Tánger que la fragata había picado cables y se había alargado, llevándose los frailes que estaban en aquella ciudad, su hermano y otros individuos que tenía en su casa; de lo cual enfurecido el Rey, como también de una carta que le envió el dicho gobernador, que el primer ministro escribía al cónsul y la interceptó, en que le decía que tuviese cuidado, porque el Rey lo quería prender, mandó cortar la cabeza a dicho su primer ministro y al suegro del mismo Rey, porque quiso interceder diciendo que aquella carta no era suya, sino de alguno que le quería mal, por lo que el Rey lo tuvo por cómplice y mandó también cortar la cabeza; que luego envió órdenes a Tánger para que prendiesen al gobernador y salió al día siguiente para dicha ciudad y, habiéndolo enviado a buscar antes de llegar a ella y a distancia como de tres leguas, le preguntó que por qué había dejado embarcar al vice-cónsul y a los frailes sin su orden, y dicho gobernador respondió que le dejase ir a España, que él le llevaría al cónsul, de cuya respuesta se enfadó el Rey y tomando una escopeta le tiró un balazo y le mandó cortar la cabeza, que, junto con las de los otros dos, mandó colgar en el balcón de la casa consular, y que esta casa la habitasen los judíos; que después pasó el Rey de Tánger a Tetuán, desde donde despachó órdenes para que le llevasen presos a los vice-cónsules don Josef de la Cruz y don Josef Somosa, que se hallaban en Larrache y Mogodor, como también los religiosos que estaban en Marruecos, Mequínez y Mogodor y a los demás españoles; que a todos los llevaron con grillos a Tetuán, excepto los religiosos y los dos jardineros, a quienes no se los pusieron; que se han mantenido unos y otros en una casa de dicha ciudad del modo referido, sin más incomodidad que la de una guardia en la puerta para no dejarlos salir, pero que a dichos dos jardineros, con cuatro mujeres y dos niños de los vicecónsules, los envió luego libres para Ceuta, cuyo paso no permitió el comandante del campo, quien, no obstante la carta del Rey que recibió para dicho fin, los detuvo y escribió a su Rey que con ellos y las mujeres podría rescatar todos sus vasallos que estaban en España, y los entretuvo en el campo nueve días; que ni cabo de ellos los mandó marchar a Tetuán con dichas mujeres y después pasaron a Tánger, donde se han mantenido libres, con las referidas mujeres, y con un peso fuerte diario para los dos; que luego que el rey de Marruecos recibió los pliegos de España, mandó que a todos los españoles se pusiesen en libertad y que se reuniesen en Tánger para enviarlos a España, y que lo ejecutasen desde luego los referidos jardineros, embarcándose en el falucho que llevó dichos pliegos, a quienes regaló el gobernador, de parte de su Soberano, cincuenta pesos fuertes a cada uno y seis docenas de gallinas, y les encargó dicho gobernador muchas expresiones para el de la plaza de Cádiz, y que le manifestasen de su parte que su Rey nunca había tenido intención de declarar la guerra al de España. Y, por último, que quedaban aquellas gentes muy contentas con los anuncios y apariencias de la paz”.

(La repatriación de los misioneros franciscanos y demás españoles de Marruecos en 1790 por Mariano Arribas Palau.

Por los relatos sabemos que Pedro Dirac, pasaba por ser español, no sé si por conveniencia. Desde Cádiz vendría a Madrid y aquí entró de jardinero en la Casa de Campo, como expuse al principio. Luego, con la invasión napoleónica, vimos como Pedro Dirac tuvo problemas con su nacionalidad francesa.

 

 

 
Aún pueden verse las trazas que diseñara Villanueva y realizara Pedro Dirac en el Bosque de la Faisanera.
Casa de la Castaña utilizada por Pedro Dirac como almacén de semillas

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