JOYAS de la Casa de Campo

Azulejos del Palacete de los Vargas

Del MUDÉJAR al RENACIMIENTO

El Palacete de los Vargas constituye, en la actualidad, el único espacio en Madrid que conserva el patrimonio azulejero áulico más representativo de la azulejería de arista y cuerda seca toledana del siglo XVI. Tanto en su interior como en el Jardín Reservado de Felipe II se colocó un conjunto de azulejos, muchos de ellos de carácter novedoso, que representaban una muestra de la transición entre el estilo mudéjar y el incipiente renacimiento. Esta fusión estilística dada en el Palacete de los Vargas y sus fuentes, anticiparía el catálogo general de la azulejería, haciendo imitar, debido a su éxito, los modelos toledanos incluso a la azulejería sevillana, estableciendo un vínculo entre la tradición cortesana y la cultura popular que se mantendría hasta bien entrado el siglo XX.

Estos azulejos toledanos que Juan Bautista de Toledo encargó a Jan Floris en 1562, elaborados con las técnicas «de arista» y los alizares de “cuerda seca” son una parte de los que se encontraron en 1995 y 2007 en la Sala de las Burla como relleno procedentes de las fuentes del Jardín Reservado de Felipe II y Palacete de los Vargas en la Casa de Campo de Madrid.

Azulejos en transición entre el mudéjar y el renacimiento

El 13 de junio de 1946, Camilo José Cela culmina su Viaje a la Alcarria con una visita a Pastrana. Al recorrer el Palacio Ducal, muestra una sensibilidad especial hacia los azulejos que decoran la habitación donde murió la princesa de Éboli -una celda con artística reja, situada en la planta principal del ala derecha-. Allí escribe:

“La habitación tiene un friso de azulejos bellísimos, históricos azulejos que vieron morir a la princesa, pero ya faltan muchos y cada día que pase faltarán más; los arrieros y los campesinos, en las largas esperas para presentar las declaraciones juradas, se entretienen en despegarlos con la navaja”.

No debemos olvidar que la azulejería ha sido tradicionalmente excluida de la historia del arte, tratada apenas como referencia secundaria. Lo vimos, por ejemplo, en la serie española Los pilares del tiempo, durante su visita al Palacio Ducal de Pastrana: pese a la excelencia de la azulejería toledana, la cámara no se detiene a contemplarla.

Si un obrero de los que trabajaron con Juan Bautista de Toledo hubiera descrito los azulejos con el mismo asombro que Cela, su relato nos habría parecido una novedad por cada modelo descrito. Sin embargo muchos de esos diseños, inéditos entonces, acabarían por convertirse en populares y reconocibles. Por ello, al hablar de la azulejería renacentista hallada en la Casa de Campo, conviene desligarla de otras influencias, salvo la toledana, a la que pertenece por su lugar de fabricación.

El azulejo un elemento del que puedes disfrutar igual que lo hizo la Princesa de Éboli en Pastrana hace más de 400 años.

Y mientras en Pastrana solo encontramos azulejos renacentistas, en el Palacete de los Vargas, sin embargo, se plasma a la vez el ocaso del mudéjar y el incipiente renacimiento.

Los azulejos del siglo XVI encontrados en las intervenciones del siglo XX y XXI, fueron tratados como escombros, cuando bien podrían haber ocupado un lugar en museos o instituciones culturales.

Hoy, la azulejería que se exhibe en Madrid -salvo contadas excepciones- pertenece a colecciones privadas, sin fuentes fidedignas sobre su origen o fecha de fabricación. Quien desee catalogar una pieza debe recurrir a fuentes repetidas, sean o no verídicas. Por su naturaleza, la azulejería es un patrimonio errante, que atraviesa los siglos sin estar necesariamente ligado ni al lugar donde aparece ni a la franja de tiempo donde se la sitúa.

Un día importante.

En julio de 2022, cuando la excavación llegó al estrato cercano a los 50 cm aparecieron los primeros restos de azulejos dispersos por los tres cuerpos de la planta baja y afortunadamente otros fijados en el lugar que se colocaron a partir de 1562, con sus correspondientes sustituciones posteriores, dando así respuesta a lo que antes era una hipótesis para la datación exacta del material encontrado con anterioridad. Este encuentro ya estaba anunciado y debió ser más preciso y especifico con este material.

El resultado de esta actuación de 2022 fue de 32 piezas de azulejos de los que 30 piezas eran mudéjares, una de transición y una renacentista (esta encontrada en la zanja perimetrales, lado norte, cuerpo central fuera del Palacete). De las 32 piezas había 10 diseños diferentes.

Por otro lado, tenemos una recopilación de las actuaciones anteriores donde se recogieron: 78 piezas con 21 diseños diferentes.

También apareció un azulejo pintado a mano.

Pieza que apareció en el cuerpo oeste y que posiblemente pertenezca a Jan Floris

¿Qué distingue a los azulejos del Palacete de los Vargas?

Primero: Su compra, fabricación y colocación están bien documentadas, y estuvieron a cargo de un azulejero Real nombrado por Felipe II, Jan Floris, quien rompió con las formas geométricas mudéjares para introducir composiciones florales y el uso del azul. Además de exigir el mejor acabado a cada pieza.

Segundo: Su aparición en lugares resguardados de injerencias dio como resultado que en el año 2022 se hallaran piezas en su emplazamiento original que vino a confirmar posibilidades antes imprecisas.

La hipótesis central de esta investigación sostiene que la azulejería posterior a 1562 es heredera directa de las técnicas mudéjares, y preludio de la estética renacentista. Ambas corrientes confluyen en los trabajos de Jan Floris en la Casa de Campo: el Palacete de los Vargas (mudéjar) y las fuentes del Jardín Reservado (renacentista).

Este tránsito artístico, iniciado por Pisano en Sevilla y Jan Floris en Toledo, culmina en la evolución total del diseño, la técnica y la iconografía de la azulejería toledana forzada desde Madrid. En el estudio de esta transformación no se puede olvidar el papel de la nueva clase social madrileña surgida con el traslado de la Corte en 1561, que promovió el azulejo como símbolo de prestigio y refinamiento en todas las provincias españolas y americanas.

Primeros azulejos de Talavera que llegaron a la antigua Veracruz, en el siglo XVI

El origen de los azulejos de Talavera en México se remonta al siglo XVI y es resultado de un intercambio cultural entre España y México. La técnica fue introducida por alfareros españoles provenientes de la región de Talavera de la Reina que se establecieron en la recién fundada ciudad de Puebla de los Ángeles. Los datos más antiguos que se tienen respecto a la producción de azulejos poblanos, se refieren a los «loceros» Alberto de Ojeda y Bartolomé de la Reina, que los hacían en 1574.

La singularidad de los azulejos del Palacete de los Vargas, fuentes y Galería de las Burlas exige un estudio pormenorizado y documentado, independiente de investigaciones anteriores en otros lugares, que no se limite a reproducir lo ya dicho.

¿Dónde se utilizaron los azulejos en la Casa de Campo?

Ahora que ya conocemos, por la documentación aportada, la importancia que Felipe II dio a la azulejería en la decoración de sus Palacios. Entraremos con más detalle en el conjunto que nos interesa; Palacio, jardines, fuentes y Lonja que Felipe II mandó reformar y construir entorno a la Casa de Campo de los Vargas.

Como hemos visto tenemos documentos en que se nombran la Casa de Campo como lugar donde utilizar los azulejos que Juan Bautista de Toledo encargó a Jan Floris; y por otro lado, tenemos las referencias a la casa y el jardín:

««para la casa y jardín de la Casa de Campo, así como azulejos vidriados para sus fuentes». Y en las descripciones de las fuentes se dice: “otras eran de tipo morisco a base de ladrillos y azulejos”.

Azulejos combinados con ladrillos de la Galería de las Burlas

Y para completar la utilización de los azulejos en el conjunto decir que la Galería de las Burlas también tuvo azulejos tal y como lo señala este documento de 1623 donde se dice: “reparaciones en la sala de las burlas”. «… para reparar los solados del ladrillo nuevo y azulejos viejos…» Archivo General de Palacio. Legajo número 2.

Suelos del Palacio del Licenciado Butrón en Valladolid
Conjunto para las fuentes del Jardín Reservado

Una vez demostrado el empleo de azulejos tanto en el Palacete, fuentes y Galería de las Burlas; solo nos queda hacer una descripción más profunda de las piezas encontradas, casi todas en la Galería de las Burlas o alrededores, aunque no tengamos certeza de que fuera este el lugar donde estuvo colocado el material.

Sabemos que Francisco Sabatini en la reforma que realiza en 1773 reedifica el Palacete y como él dice en su informe; hubo que rellenar y levantar media vara (0.4179 m.) de alto todo el suelo, para lo que utilizó escombro de viejos ladrillos para rellenar el terreno.

Ya se vio en la última reforma llevada a cabo en la Real Casa de Campo en 2014 por Cleto Barreiro y anteriormente en la excavación que se hizo en el jardín, que no solo subió la casa, sino que hizo lo mismo con el Jardín Reservado de Felipe II y La Lonja. Por lo cual los restos encontrados pueden ser de cualquiera de los sitios mencionados; Palacete, fuentes o Lonja.

Alizar entre los escombros de la Lonja

Foto del autor del trabajo

LOS RESTOS ENCONTRADOS (1995)

Las piezas encontradas en la Real Casa de Campo, concretamente en el relleno posterior de la Galería de las Burlas zona oeste, son difíciles de precisar dónde fueron utilizadas.

No tenemos ninguna información precisa de los ornamentos que cubrían las paredes y suelos de esta Lonja renacentista.

Lo mismo sucede con las fuentes del Jardín Reservado de Felipe II y los adornos que pudiera haber en la restaurada Real Casa de Campo. De ahí la importancia que tiene la excavación realizada en el suelo del Palacete de los Vargas.

UN VIAJE AL CONOCIMIENTO

Una de las piezas más importantes recogidas en La Lonja o Galería de las Burlas es la que mostramos en la fotografía de arriba. La pieza se nos mostró como una incógnita que no sabíamos encajar en ningún sitio, entonces (1995), sin internet ni conocimiento de azulejería, solo nos quedó la alternativa de ponernos en contacto con el profesor José Aguado Villalba, entonces ya jubilado, (hoy ya muerto) máxima autoridad en el tema histórico de la cerámica.

José Aguado Villalba nació en Toledo en 1919 y murió en 2007.  Era ceramista, profesor e investigador sobre cerámica antigua toledana.

José Aguado Villalba

Hijo de Sebastián Aguado y María Luisa Villalba fue discípulo de sus padres y de la Escuela de Artes de Toledo, donde entró en 1953 como ayudante meritorio. Obtuvo en 1963 el título de profesor de Cerámica y Vidriería Artística e impartió sus clases en este centro hasta su jubilación en 1987. Trabajó a la vez en su taller, fundado por sus padres frente a San Juan de los Reyes y participó activamente en la vida cultural de la ciudad de Toledo. En 1975 fue nombrado académico numerario de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo.

Después de una llamada telefónica con José Aguado, nos fuimos a Toledo con varias de las piezas que habíamos encontrado.

¡Estábamos impacientes por conocer a tan ilustre azulejero!

Como tenemos por costumbre y antes de la visita, leimos cuanto pudimos sobre este estudioso de la azulejería toledana.

Todo fue muy rápido y sin apenas prolegómenos le mostramos la primera pieza.

¡Qué pieza más bien conservada!

Esto fue lo que dijo.

Le pareció asombrosa, pero más asombroso nos pareció a nosotros, que en un momento nos describiera la pieza que le habíamos mostrado en todos sus detalles.

Fue algo extraordinario.

Hizo una disertación magistral de la pieza:

“Se trata, nos dijo, de un azulejo toledano, remate de escalón conocido como “alizar” dibujado con la técnica de la cuerda seca de época renacentista siglo XVI”.

Nos contó que él tenía una pieza igual que era del Alcázar de Toledo, con un valor extraordinario ya que fue una de las pocas piezas de cerámica que pudo encontrar después de la Guerra Civil 1936-39 y sobre todo que había sobrevivido a los múltiples incendios de este edificio.

Dató la época de su fabricación en la restauración que del Alcázar toledano hizo Carlos I en 1535 y en la que intervino Alonso de Covarrubias.

Lo que está claro es que la pieza que me traéis y la mía son semejantes y del mismo taller toledano.

Hablamos de un diseño renacentista de influencia mudéjar, su tamaño es de 21,3 cm de longitud; el lado frontal 6,8 cm y la parte superior 4,8 cm. De la parte inferior, que es la que sirve para fijar la pieza al escalón, sobresale una pestaña de 5,5 cm de ancha, y su grosor oscila de 21 a 12 mm, ya que va decreciendo de dentro a fuera. Los colores que la adornan son el verde, azul, ocre y blanco. El nombre específico de esta pieza, como ya dijimos, es “alizar” (palabra derivada del árabe), denominada también rematé de escalón o bordillo de escalón. En la parte frontal el dibujo se desarrolla sobre una cinta verde con un escudo cuarteado. Estos alizares se fabricaban en los alfares de Toledo con la técnica de “cuerda seca”. Esto se debe a que, al estar los dos lados decorados en ángulo recto, no se conocía un sistema adecuado para realizar este tipo de piezas en técnica de “arista” o “cuenca”.

Estas piezas de colección o museo suelen estar muy deterioradas, ya que su posición dentro de los peldaños de una escalera las hace muy vulnerables a roturas y desgastes.

Eso llamó la atención a José Aguado que las dos piezas que le mostramos estaban enteras y con poco deterioro lo que para él significaba que las piezas no estuvieron en los escalones, sino en el borde de alguna repisa u hornacina de un lugar poco frecuentado.  

También le mostramos otras piezas que se hallaron junto con la anterior y que él nos describió de la siguiente forma: Pieza del siglo XVI de 12×12 mm con dibujo de flor con acanto del mismo origen que la anterior (Galería de las Burlas), se podía utilizar como solera o alicatado de pared. Naturalmente él tenía una pieza igual cuyo origen era el Monasterio de Santo Domingo de Silos el Antiguo de Toledo.

Las piezas que habían sido utilizada en pared, se notaba por el poco desgaste y porque las huellas del atifle, ese trípode que se utilizaba para separar una pieza de otra en la cocción, estaban perfectas.

No le llevamos todo el material que teníamos pues era pesado.

Después y utilizando sus trabajos hicimos un inventario de las piezas encontradas.

El profesor José Aguado Villalba como máxima autoridad en el tema histórico de la cerámica, nos puso al tanto del valor de estos restos y lo que se podía deducir de ellos.

Nos enseñó a distinguir los azulejos usados en solerías de los que lo fueron en zócalos; “Basta con pasar la mano sobre ellos”.

Mientras que los de zócalos tienen el relieve poco desgastado y con mucho brillo, los de solerías están lisos y deslustrados.

Y la huella de los atifles están casi borradas.

Atifle

Aguado como profesor de cerámica nos habló de su tema preferido y nosotros le escuchamos con la admiración que sentimos por la sabiduría:

Los azulejos tienen dos cochuras o cocciones, en la primera no es preciso ninguna precaución especial en el ahornado; pueden ir todas las piezas en contacto, cuidando sólo de que no estén demasiado apelmazadas, para que haya una buena circulación de la llama en el interior. La temperatura de esta cochura es de unos 9000 C. En la segunda cochura para el policromado de las piezas, es preciso aislar los azulejos de la llama, introduciéndolos en cajas o «gacetas» de barro refractario, muy silicoso, con separación entre cada azulejo, empleándose para ello unas piezas especiales fabricadas en los propios alfares, llamadas «atifles» del árabe «atafi»  trébedes, provistas de seis puntas, que contactan con la superficie de los azulejos, impidiendo su unión, al fundir los esmaltes; éstas piezas dejan, en la parte vidriada tres pequeñas señales.

Para el vidriado de las piezas se emplean un silicato metálico que se colorea: para el color verde con óxido de cobre; para el «melado» u ocre, con óxido de hierro; para el azul, con óxido de cobalto; para el negro, con bióxido de manganeso, y para el blanco, con óxido de estaño.

Cenefa toledana del siglo XVI técnica de “cuenca” o “arista”

Foto del autor del trabajo

Sobre los colores empleados en los azulejos encontrados en La Lonja, hay que distinguir los de diseño mudéjar de los de diseño renacentista; en los mudéjares los colores son invariablemente verde, ocre (también llamado melado, por ser parecido al color de la miel), blanco y negro; el color blanco se empleaba comúnmente como fondo. Los colores en esa época presentaban muy diferentes gamas en su tonalidad debido a que las cantidades usadas para conseguirlos no siempre era la misma o se tenía más o menos tiempo en el horno lo cual también alteraba parte de los dibujos con flores.

Pedazo de alizar toledano del siglo XVI técnica de “cuerda seca”

Foto del autor del trabajo

En el siglo XV y XVI aún no se obtenía el color rojo. En la elaboración de los dibujos sobre el barro se empleaban dos métodos; el llamado de “cuenca” o “arista”, donde el diseño era impreso sobre la pasta cruda con un molde de yeso, como un sello sobre el lacre, de forma que la parte que había que rellenar de color quedaba hundida ligeramente e impedía la mezcla de las diferentes coloraciones. Con el método denominado a “cuerda seca”, las líneas del dibujo eran trazadas con pigmentos oscuros (óxido de manganeso) mezclados con una sustancia grasa, creando unos espacios delimitados por la propiedad que posee la grasa de repeler el agua. Si la operación era efectuada correctamente, los contornos del dibujo estaban marcados por una línea (cuerda) que permanecía sin esmaltar y aparentemente seca, de ahí su nombre.

En los azulejos encontrados en La Lonja y alrededores se utilizaron piezas con las dos técnicas, así como para la solería se utilizaron azulejos y baldosas sin vidriar. 

Todos los azulejos encontrados tienen restos de mortero por lo que se sabe formaron parte de una obra o fueron desechados después de puestos.

En cuanto a los tamaños, hay que decir que son orientativos en todos los casos ya que las piezas no son uniformes y según el tiempo de cocción, así como el material empleado, hacen que cada pieza tenga unas dimensiones distintas, aunque aproximadas.


AZULEJERÍA MUDEJAR Y RENACENTISTA del siglo XVI  
 
Relación de algunas de las piezas encontradas en la Galería de las Burlas y en los Jardines Reservados de Felipe II en la Casa de Campo de Madrid.
 

Todas la fotos son del autor del trabajo

ALIZAR

Descripción: Parte de un alizar.
Técnica de “cuerda seca». Estilo mudéjar. Este ejemplar es de mediados del siglo XV, pero existen bastantes fragmentos que permiten calcular su fabricación desde principios del siglo XV hasta el último tercio del XVI.
Dimensiones de la pieza entera: 237 X 48 mm y 70 mm de altura.
Esmaltes: Blanco, melado, verde y negro. De los diseños mudéjares, éste es el más usado. En la parte superior lleva una espiguilla de trazos rectos, en los mismos colores. Pieza muy inspirada y de gran efecto decorativo.

ALIZAR

Descripción: Parte de un alizar.
Técnica de “cuerda seca». Estilo renacentista. Este ejemplar es de mediados del siglo XVI, aunque se fabricó también en el siglo XVII.
Dimensiones de la pieza entera: 237 X 48 mm y 70 mm de altura.
Esmaltes: Blanco, melado, azul y verde. El diseño, muy recurrente, lleva en este caso en el centro un círculo que contiene un corazón. Vemos en la muestra entera que el motivo podía ser una flor o como vimos antes un escudo.

ALIZARES

Descripción: Piezas completas de un alizar.
Técnica de “cuerda seca». Estilo renacentista. Estos dos ejemplares son de mediados del siglo XVI.
Dimensiones de la pieza entera: 213 x 48 mm y 68 mm de altura. Sobresale una pestaña de 5,5 cm de ancha, y su grosor oscila de 21 a 12 mm, ya que va decreciendo de dentro a fuera.  
Esmaltes: Blanco, melado, azul y verde.  El diseño, muy recurrente, en la parte frontal el dibujo se desarrolla sobre una cinta verde con un escudo cuarteado. Este diseño tiene bastantes variantes y se ha empleado mucho en la ornamentación toledana. Estas piezas de colección o museo suelen estar muy deterioradas. Sin embargo, dos de las cuatro piezas encontradas en La Lonja de la Casa de Campo están enteras y muy bien conservadas.   

AZULEJO

Descripción: Azulejo en técnica de arista. Estilo mudéjar. Hacia principios del siglo XVI o un poco antes.
Colores: Blanco, melado, verde y negro.
Dimensiones de la pieza entera: 152 x 114 mm y 19 mm de grueso.  
Diseño: La decoración de este azulejo va en sentido vertical para ser usado como cenefa; la parte inferior de la misma claramente mudéjar.

PIEZA DE AZULEJO

Descripción: Azulejo en técnica de arista. Mediados del siglo XVI hasta XVII.
Colores: Blanco melado, verde y azul.
Dimensiones: 135x135x17mm
Diseño: Flor, con circulito central, de ocho hojas hendidas; alrededor, círculo, que origina cuatro medios en los costados; en los ángulos, cuarta parte de otra flor de cuatro hojas. Este dibujo fue muy usado en Toledo.

PIEZAS DE AZULEJO

Descripción: Azulejo en técnica de arista. Mediados del siglo XVI hasta XVII.
Colores: Blanco melado, verde y azul.
Dimensiones: 135x135x17mm
Diseño: Azulejo muy usados en la cerámica toledana. Reproducido muchísimos años.
Esmaltes de color Blanco fuerte, Melado, Verde y Azul, color de que es siempre la gran rosa central. La gran mayoría de estas piezas son de muy buena técnica.

PIEZA DE AZULEJO U OLAMBRILLA

Descripción: Azulejo u olambrilla. Técnica de «arista” Siglo XVI y principios del XVII.
Colores: Blanco, melado, verde y azul. El esmalte verde es claro.
Dimensiones: 112 x 112 mm x 16 mm de grueso.
Diseño: Pequeña flor central de seis pétalos (acanto) de la que salen seis hojas dentadas, nervadas y curvas, que producen ilusión de movimiento; alrededor, una cinta en círculo con cuatro medios circulitos en los costados; en los ángulos, un cuarto de flor de cuatro pétalos. Estas piezas están un poco mateadas por efecto del agua de las fuentes y la cal.

PIEZAS DE CENEFAS

Descripción: Tira de cenefa, en técnica de “arista”. Renacimiento. Mediados del siglo XVI.
Colores: Blanco, melado o amarillo, verde, azul Toledo.
Dimensiones: 140 X 75mm. y 16mm. de grueso.
Diseño: Muy empleado en Toledo. En La Lonja hemos encontrado dos piezas enteras y cinco fragmentos. En algunas piezas el color ocre o melado debido a la cocción ha tomado el color amarillo.

PIEZA DE AZULEJO

Descripción: Azulejo en técnica de arista.
Estilo árabe-mudéjar. Principios del siglo XVI.
Colores: Blanco, melado, verde y negro.
Dimensiones: 144 x 144 mm y 23 mm de grueso. 
Diseño: Una de las variantes del llamado “lazo de diez y seis” que también se fabricó en Sevilla, aunque en este caso procedente de Toledo. De gran efecto decorativo.

PIEZAS DE AZULEJO

Descripción: Azulejo en técnica de arista.
Estilo lacería árabe. Principios del siglo XVI.
Colores: Blanco, melado, verde y negro.
Dimensiones de la pieza entera: 138 x 78 mm y 22 mm de grueso. 
Diseño: Tira para zócalo muy apreciado y usado por los ceramistas toledanos.

PIEZA DE AZULEJO

Descripción: Azulejo en técnica de arista.
Estilo árabe-mudéjar. Principios del siglo XV y XVI.
Colores: Blanco, melado, verde y negro.
Dimensiones de la pieza entera: 151 x 151 mm y 22 mm de grueso. 
Diseño: De este azulejo existen dos variantes con pequeñas diferencias. Se utiliza en conjunto de cuatro.

PIEZA DE AZULEJO

Descripción: Azulejo en técnica de arista.
Estilo árabe. Principios del siglo XV y XVI.
Colores: Blanco, melado, verde y negro.
Dimensiones de la pieza entera: 148 x 148 mm y 25 mm de grueso. 
Diseño: Muy usado en los monasterios antiguos. Se utiliza en conjunto de cuatro.

PIEZA DE AZULEJO MONOCOLOR

Descripción: Azulejo monocromo verde Siglo XVI.
Colores: Verde. En algunos casos más claro o apagado.
Dimensiones: 125 x 125 mm y 18 mm de grueso.
Por el desgaste de algunos de los elementos encontrados pensamos que se pudo utilizar como solera en combinación de azulejo vidriado blanco y algunas piezas de barro cocido.

PIEZA DE AZULEJO MONOCOLOR

Descripción: Azulejo monocromo blanco siglo XVI.
Colores: Blanco. Muy uniforme en todos los fragmentos.
Dimensiones: 125 x 125 mm y 18 mm de grueso. Al igual que las piezas de vidriado verde, por el desgaste de algunos de los elementos, pensamos que se pudo utilizar como solera en combinación de azulejo vidriado verde y algunas piezas de barro cocido.

PIEZA DE OLAMBRILLA MONOCOLOR

Descripción:  Olambrilla monocromo azul Toledo siglo XVI.
Colores: azul conocido como de Toledo.
Dimensiones: 67 x 54 mm y 20 mm de grueso. Se trata de una sola pieza y por la única huella del atifle se sabe que fue cortada de otra de mayor tamaño.

PIEZAS DE SOLERA DE BARRO COCIDO

Descripción:   Pieza de solera de barro cocido. Siglo XVI.
Colores: Rojizo. Muy sucios por las lechadas.
Dimensiones: Triángulo rectángulo de 110 x 150 mm y 22 mm de grueso. Las cuatro piezas encontradas con forma de triángulo rectángulo, lo que hace pensar que eran utilizadas como olambrillas en los remates de esquinas. Estas piezas se mezclaban con azulejo vidriado.

Para terminar…

…en este trabajo queremos dejar anotado que siempre hemos contado con la ayuda de las diferentes administraciones tanto locales como a nivel de Comunidad de Madrid, sobre todo de la Dirección General de Patrimonio Cultural, en especial de Pilar Mena Muñoz y Miguel Ángel García Valero.

Y dentro de la Casa de Campo con la de su director conservador Francisco Rodriguez Pachón y Enrique Rodriguez García, que jamás han puesto problemas a nuestras investigaciones ayudándonos en todo lo que se les pedía.

Sabemos no obstante que hubo un periodo en el que la Casa de Campo se gestionaba desde otra percepción más próxima a los valores medioambientales que a los arquitectónicos. De esa época son todos los materiales empleados en este trabajo, todos han sido recogidos a sabiendas de los responsables que nunca le dieron valor, de ahí que muchas piezas como estas, que salieron a la luz en el año 1995, en estos momentos sirvan de relleno en cualquier escombrera.

Trozo de azulejo encontrada en La Lonja. Foto del autor de este trabajo

Por último, queremos que sepa el lector que toda la información documental de la que hemos dispuesto para hacer este pequeño trabajo está principálmente en el Archivo General de Simancas (Valladolid) y en el Diccionario histórico de los más ilustres profesores de las bellas artes en España de Ceán Bermúdez. Pero nada se podría hacer con tanta información si alguien como; Alfonso Pleguezuelo Hernández, Mónica Malo Cerro, Pablo Gárate Fernández-Cossío y José Aguado Villalba no hubieran dedicado sus esfuerzos a trenzar los múltiples cabos de esta cuerda.
Francisco Rodríguez Pachón

El que fue director conservador de la Casa de Campo mostrando una de las piezas de azulejo.

Foto del autor del trabajo

¿Cómo y dónde estuvieron colocados estos azulejos? Pulsa y lo verás.

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