

El clima de la Casa de Campo durante su historia, naturalmente nos referimos al territorio que ocupa la actual Casa de Campo:
La climatología ha actuado a lo largo de los tiempos seleccionando los materiales que forman el sustrato en el que se asienta la Casa de Campo configurando su relieve y su habitabilidad.
Hace 2.580.000 años se produjo un profundo cambio climático que iba a definir el Cuaternario, marcado por ciclos fríos y cálidos alternativamente. Pero lo que más caracterizó este periodo es la aparición de la actual especie humana.
Tras la llegada del hombre a la Casa de Campo este siempre ha estado presente, lo sabemos por los vestigios encontrados.
En los ciclos fríos, la Casa de Campo, fue un buen lugar para establecerse por ser de las más templadas de la meseta. Después le siguió un rápido aumento de las temperaturas que dio lugar, hace unos seis o siete mil años, a una climatología óptima para la proliferación de bosques y variedad de especies vivas. Un momento de esplendor para la Casa de Campo fue la conocida revolución neolítica y la difusión que tomó la agricultura.
Hace 3000 años se produjo una recesión térmica que se mantuvo a lo largo de cinco siglos con una desforestación parcial sustituida por matorrales. Le siguen vaivenes climáticos, dándose el “episodio cálido romano” entre el 150 a.n.e. y 250 después de nuestra era. Según Inocencio Font Tullot uno de los más benignos en los últimos 5 milenios. La agricultura se vio favorecida por la permanencia climática y estabilidad política, que en la Casa de Campo se refleja con el establecimiento de varias villas romanas.
Durante los siglos X y XI la bondad del clima un poco húmedo y templado hizo que los bosques se extendieran. Fue la época de la conquista cristiana del Madrid Musulmán. Con importantes zonas de cultivo en las márgenes de los arroyos de la Casa de Campo.
Tras unos siglos de clima oscilante pero suaves. En el siglo XIV se produce un periodo frío, a nivel mundial, que duraría hasta el siglo XVIII que llegó a llamarse “Pequeña Era Glacial”, con temperaturas medias de dos grados por debajo de las actuales. Sin embargo estos efectos solo se notaron en la Casa de Campo entre el siglo XVI y XVII, con grandes olas de frío, inundaciones, sequías, plagas y hambrunas, resultando el más catastrófico de los que conocemos. Los terrenos de la Casa de Campo estaban en esa época yermos o dedicados a la sembradura, con viñedos y olivos y un pastoreo excesivo. Fue en la época en que los terratenientes y aristócratas se construyeron casas de campo en los lugares fértiles y con agua.
Cuando Felipe II compra la Casa de Campo en 1561 tenemos una documentación de Gerónimo de Quintana donde pondera el buen clima de Madrid que “goza en las cuatro partes del año de una moderación y templanza que ni el invierno es demasiado riguroso con sus fríos, ni el calor del estío es tan grande, siendo el verano vistoso y agradable, y el otoño sosegado y apacible”. Sin embargo, esta apreciación no se mantiene dos siglos después cuando el inglés Richard Ford dice sobre el clima de Madrid: “Es residencia desagradable y malsana, en la que alternan los extremos de calor y frío. El verano es el más peligroso porque con frecuencia sopla un viento del nordeste que produce una diferencia de temperaturas entre un lado de la calle y otro de hasta de once grados”.
Hoy el conjunto de la Casa de Campo muestra diferencias climáticas con la ciudad conocido como “isla térmica”. Las diferencias a veces son de hasta 9º C . Y el contraste de humedad también es patente.

Hace un siglo ya se hablaba del cambio climático:
Estamos en julio de 2022 con temperaturas que pasan los 40º C, en la televisión se habla de ola de calor y récord de temperaturas.
Nos interesa leer el resumen de este artículo de hace más de un siglo referido a Madrid y por lo tanto a la Casa de Campo.
«Las elevadas temperaturas de este mes de julio de 1902 han dado margen a que se considere como extremado el calor del verano actual calificándolo como extraordinario. Bajo este punto de vista, la temperatura máxima observada hasta la fecha o sea 40°,8 no ofrece carácter alguno excepcional, pues se encuentran muchos veranos en que ha rebasado este límite, llegando al respetable valor 44°,3 la más grande de las máximas a la sombra registradas en el Observatorio de Madrid, el día 31de Julio de 1878″. Sin embargo, examinando detenidamente el «Resumen de treinta años de observaciones meteorológicas», desde 1860 a 1889.
Se prueba que algo está pasando en la climatología, así se dice el artículo…

