



Hemos utilizado este Lavadero de las Civilas como ejemplo de los muchos lavaderos que hubo en la Casa de Campo y también para recordar a esas mujeres de los guardias civiles que vivían en la Casa Cuartel de la Guardia Civil en la zona de Rodajos y que dieron nombre a este lavadero.
Conocido también como Alberca de Rodajos.
Desde antiguo, es decir desde antes de que estos terrenos se incorporaran a la Casa de Campo, en los remansos de los arroyos las mujeres iban a lavar la ropa. El Arroyo de Vallipuente o Rodajos era uno de esos lugares comunes por su proximidad a zonas habitadas. Cuando a finales del silo XIX se instala una Casa Cuartel de la Guardia Civil en las proximidades de la Puerta de Rodajos, la afluencia de las mujeres de los guardias civiles al lavadero de Rodajos hizo que hubiera que ampliarlo construyendo uno más abajo y este tomó el nombre popular de Lavadero de las Civilas. Diremos que al Arroyo de Vallipuente también se le otorgó el nombre de Arroyo de las Civilas por el mismo motivo.

Tenemos que puntualizar que la propia Fuente de Rodajos rehabilitada en 1880 por José Perez de San Juan vertía sus aguas sobre una charca o lavadero. De este lavadero hoy sólo queda una pileta de granito de 1 x 0,5 m de hueco fruto de la rehabilitación que sufrió la fuente en 1983 donde se unieron elementos dispersos sin ningún criterio.

La Alberca o Lavadero aún existe medio enterrada en zarzas, Lavadero que se proveía del agua de la Fuente de Rodajos.
Plano de José Pérez Sanjuán del 30 de septiembre de 1879: “planta alzado y perfiles de una fuente en el interior de la Real Casa de Campo para las aguas alumbradas en el Prado del Rey y una reguera para conducirlas desde el pilón de dicha fuente al camino de rodajos. que lleva las aguas a los Meaques”. Archivo General de Palacio.
Lógicamente en la finca había muchos lavaderos, uno de los principales estaba cercano al Casón detrás de la Iglesia de la Torrecilla bajando por la Calle del Príncipe, aprovechaba el agua de la Cacera de los Meaques. También era famoso el Lavadero de la Faisanera que se nutría de agua del Lago, pero quizá el más llamativo fue el que hubo en la Sala de las Burlas del que nos habla en 1926 Miguel Velasco Aguirre refiriéndose a la sala: “Aún subsiste parte de su arruinada fábrica, destinada a lavadero…».

En una de las últimas actuaciones se desmontó parte de este lavadero, conservando una de las pilas de granito.
