La Casa de Vacas

No tener en cuenta los nombres que Google utiliza en su mapa.

VER SITUACIÓN EN Google Maps UTM 30T 435863.00 m E – 4477497.00 m N. Construcción desaparecida, solo quedan restos de su cimentación y algunos elementos.

Lo que en su momento fue la Casa de Vacas antes fue la Venta de Aravaca, que compró el Príncipe Fernando en 1746 y la convirtió en la Faisanera Vieja.

Se construyó el edificio de la Casa de Vacas teniendo en cuenta un diseño de José Rojo con ayuda de Isidro González Velázquez en 1829, teniendo distintas dependencias, entre ellas un laboratorio y unas habitaciones para los Reyes con retrete de diseño para la Reina.

La Casa de Vacas, contaba con establos, horno, vivienda, etc. Donde se elaboraba quesos y mantequilla al estilo de Italia, para lo que se trajo al vaquero napolitano Rafael Vitaloni. En noviembre de 1830 se trajeron vacas de Nápoles y más tarde de Suiza. Sería reformada en 1846 por el arquitecto de la Real Casa Pascual Colomer y de nuevo en 1872, durante la breve monarquía de Amadeo de Saboya. De estas instalaciones se vendían ejemplares de vacas a los ganaderos de Madrid.

El día 24 de noviembre de 1879 en la Casa de Vacas se construye una estación de ferrocarril provisional para que en ella recibiera Alfonso XII a su futura esposa la Reina María Cristina de Hapsburgo que días después se casará con él. María Cristina siempre tendrá un grato recuerdo de la Casa de Campo y en especial de la Casa de Vacas.

En 1909-30 el rey Alfonso XIII utilizó la casa para agasajar a los invitados a las cacerías, allí se tomaba el té y se contabilizaba la caza cobrada durante el día.

En el corral de la Casa de Vacas se celebraron becerradas como la que tuvo lugar en 1911:

“Ayer tarde se ha verificado en la Casa de Campo una entretenida becerrada, organizada por los socios del Tiro de Pichón, á la que asistió toda la Real Familia. La fiesta se celebró en el corral de la Casa de Vacas, en el cual se pusieron varios burladeros y una tribuna preciosamente adornada con flores y guirnaldas. Presidió la fiesta S. M. la Reina Victoria, que vestía elegantísimo traje de blanco y se tocaba con un sombrero azul adornado con flores. La tribuna estaba completamente llena de bellas y aristocráticas damas,

S, M. el Rey presenció la corrida desde un burladero. De director de lidia actuó Gallito y de víctimas cuatro becerras de Muruve, de las que salieron muy buenas las dos primeras y bravísimas las dos últimas”.

La República hereda un edificio en uso pero abandonado en su mantenimiento. Existe un proyecto de recuperación del arquitecto Manuel Muñoz Monasterio del complejo fechado en agosto de 1936 cuando aún no se había destruido por la Guerra Civil.

La Casa de Vacas en 1932

 El final del edificio llegó durante la Guerra Civil, quedaría destruida en el transcurso de la contienda, sobre todo por los bombardeos republicanos de abril de 1937.

Estado actual tal como quedó después de la Guerra Civil

Hoy se pueden contemplar aún sobre el terreno las huellas de sus cimientos y los arranques de los muros como único vestigio de su pasado esplendor.

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El pueblo de Aravaca de cuya antigüedad y origen se puede especular o crear leyendas que no son si no ocurrencias sin fundamento. Es noticia contrastada que en 1222 en un documento de tiempos de Alfonso VIII de Castilla rey al que se le conocía por “el de las Navas” y que se casó con una hermana de Ricardo Corazón de León. Alfonso fue aquel que, casi tres siglos después, con la invención de San Isidro como patrono de Madrid, se le relacionó, ya que se necesitaban milagros, con el pastor que según la tradición ayudó a moverse por la sierra andaluza a las tropas de Alfonso VIII que salieron victoriosas en la Batalla de las Navas de Tolosa. Pero volviendo a la realidad en 1222 Alfonso VIII otorgó un fuero a la villa de Madrid, que había sido conquistada dos siglos antes, otorgándole la jurisdicción de tres sexmos, que eran una división administrativa medieval que dependía a nivel de impuestos de una ciudad. Estos tres sexmos eran los de Aravaca, Villaverde y Vallecas. Y concretamente el de Aravaca comprendía Aravaca, Las Rozas, Majadahonda, Boadilla del Monte, Alcorcón, Leganés, y los Carabancheles Suso y Yuso (Alto y Bajo) o (Arriba y Abajo).

Lo que ahora conocemos como un barrio y distrito de Madrid fue hasta el 20 de diciembre de 1951 un pueblo a las afueras de la capital, situado sobre una loma en la ribera derecha del río Manzanares en el curso del arroyo Pozuelo. Su territorio se encontraba rodeado de los cotos de caza reales como el monte de El Pardo y el Bosque Real de la Casa de Campo. La escasa población de Aravaca se dedicaba generalmente a la agricultura y la ganadería. Pero después de revisar bastantes documentos, podemos decir que había una importante actividad comercial alrededor de los trajinantes y viajeros qué, obligados a pasar por la Villa para dirigirse a la Meseta Castellana, se alojaban o descansaban antes de entrar en Madrid en sus muchas posadas y ventas.

Este paso obligado por Aravaca se ve suspendido cuando el 10 de mayo de 1769 en un documento de José Fernández de Miranda Ponce de León, que por aquel entonces era Teniente General del Ejército y Sumiller de Corps, más conocido con el título que Carlos III le había dado de “Duque de Losada” ordena a Francisco de Sabatini que señale un camino nuevo y más corto para ir a el Escorial desde Palacio. La propuesta de Sabatini es la que se recoge en este plano titulado “Mapa que demuestra el Proyecto del trozo de camino nuevo desde la Puerta que llaman de Castilla en la Cerca del Real Bosque de la Casa del Campo…” El trazado que antes giraba a la izquierda para pasar por Aravaca, sigue ahora recto hasta encontrarse con el camino de El Escorial.

En el Mapa del Proyecto de camino nuevo desde la Puerta de Castilla en la Casa de Campo y el Camino que va al Escorial. De Francisco Sabatini 1770 en el A.G.S.

Esta decisión moviliza a los alcaldes de las localidades próximas que escriben al Rey Carlos III quejándose de las pérdidas que esta decisión conllevará para los vecinos de Aravaca. En un gesto poco común, Sabatini se reúne con los representantes de Pozuelo, Húmera y Aravaca, para llegar a un acuerdo. El trayecto del camino no se cambia, y lo que el monarca autoriza es a que el antiguo trazado siga abierto hasta la Puerta de Aravaca, que a partir de entonces se llamará del Portillo. Después de encendidos debates en lo único que se llega a un acuerdo es dónde se situará la Puerta de Castilla; se dice: “El pasaje donde deba establecerse la puerta en el Real Bosque de la Casa de Campo para tránsito a Madrid de las villas del Pozuelo, Húmera y Aravaca… Plan que queda trabajando D. Manuel de Molina… Que pongan la puerta a la caída de la Cuesta del Galban próxima a la casilla del portillo por razón de coste que podrá tener el nuevo camino”.

A partir de esa fecha se suceden las quejas de los vecinos de Aravaca por la situación en que ha quedado la villa. Se han tenido que cerrar la mitad de las Ventas, herrerías, alfarerías y la población ha disminuido considerablemente. Aunque no lo trataremos aquí, las cosas empeorarían años más tarde, cuando se llegó a cerrar el tránsito a Aravaca por la Casa de Campo.

VENTA DE ARAVACA

En este trozo de un relato que Manuel Tercero (1935) atribuye a Ramón de Mesonero Romanos se puede tomar información de lo que fue la Venta del Cerero y la de Aravaca:

“A los viajeros en general les sobrepasa tanto acontecimiento y a veces ni escuchan a voluntariosos guías que los lleva de un lugar a otro por la finca. Pero su misión, por lo que le dejan después una gratificación, es contar, contar todo lo que sabe y lo que oyó a los que se lo contaron a él.

La subida es más suave, no tan inclinada a la dificultad como la que ayer sufrimos para llegar a las Ventas de Alcorcón en el camino de Móstoles.

El viajero agradece, en su salida hacia Valladolid, esta venta que recién emprendido el viaje se encuentra a los lados del camino. La Venta del Cerero a la vera del río Manzanares es la primera parada y aunque es muy temprano, en ella parece que nunca duerme el ventero, corre este desde el huerto donde fue a coger algunas verduras, y beneplácito se pone a nuestro servicio.

¡Los señores dirán!

Se limpia mientras tanto las manos que se lavó en el pilón de granito que desde el arroyo de Cobatillas se llena y rebosa para las bestias que quieran beber. Y aunque ellas no saben leer, sus amos saben por la lectura que el agua está limpia de sanguijuelas.

Se oye un relincho procedente de las cuadras, y el ladrido de un perro al otro lado del río. Los sonidos del agua que nunca duerme y los que despiertan, se disuelven en la luz de la mañana con los olores que proporciona cada hora del día.

Lo propio en el amanecer es tomar anís con yerbas de la Casa de Campo y si sobró algún caldo del día anterior, llenar el cuenco. De un cordel atada al techo está la matanza, descuelga una ristra de chorizo y lo deja en la tabla, saca un cuchillo y lo planta en el mostrador. En la nariz el pimentón abre el apetito y los recuerdos de antiguas cocinas con alacenas rebosantes de chacinería y confites caseros.

¡Sírvanse los señores!

Los que son de buena mesa vienen a la comida, pues sabido es que aquí la caza es el primer plato: conejo aliñado de pimientos y tomates, perdiz adobada con espliego y tomillo, carne de jabalí adornada de condimentos para cubrir su tez negruzca. Los más antiguos recuerdan que en sus paredes, ahora llenas de exvotos con autorización eclesiástica, colgaban cabezas de venados y jabalíes que se adentraron en sus límites y en defensa fueron abatidos. También se guarda en un rincón el lugar y su asiento, en que dicen que de incognito se sentaba el Rey su Majestad Fernando VI cuando buscaba licencia a sus deseos solitarios.

No quiero distraerme de seguir camino arriba hasta el lugar que os prometimos enseñar por su encanto. No es lo mismo, aunque las dos fueron ventas y la separe media milla. Eso que ahora acoge un gallinero de faisanes, ves; con sus casas de tejado rojo, paredes blancas y el patio lleno de canales de agua para las aves. Ahí en ese lugar estuvo la Venta de Aravaca, y por ese camino que ahora tuerce a la mano izquierda se iba a la puerta de la villa de Aravaca. Ya no queda huella de su cerca de barro y retamas ni de sus abundantes huertas.

Aquí el aire parece que se renueva a cada batir de los chopos, y el correr del viento de la sierra. Lo que ahora parece el repecho de una loma, no es sino la cubierta de la antigua bodega de la que una mina lleva su agua manante al pilón de los ganados, agua fuerte como los medicamentos y saludable como ellos si se toma con tino”.

Final del relato.

DOCUMENTACIÓN

Existe poca información documental de la Venta de Aravaca, sabemos de su situación por el plano de Tomás López de Vargas Machuca publicado en 1773, cuando ya no existía la Venta de Aravaca, en este plano se la nombra como “Venta de Aravaca o de la Rivera”. Tres años antes sin embargo Sabatini la refleja como Faisanera Vieja, en el plano que realiza para el nuevo camino a el Escorial.

La Venta de Aravaca estaba situada en el Real Camino de Castilla y no muy lejana, un kilómetro y medio más al norte, de la célebre Venta del Cerero. El conjunto de la Venta tenía varias casas, gallineros, así como una huerta y abundante agua todo ello con su propio vallado.

Su compra y posterior modificación al convertirla en faisanera, se debe al empeño de Fernando VI, cuando aún era Príncipe de Asturias, en ampliar la Casa de Campo. Esto sucede a partir del año 1725. La Venta de Aravaca era propiedad de la Hermandad del Refugio y Piedad, lo que puede suponer que su antigüedad sea del siglo XVI, cuando se funda esta hermandad, pero también pudiera ser que la Hermandad del Refugio se hiciera con ella, como era habitual a través de una herencia o donación de sus anteriores dueños, la Hermandad era dueña además de otras tierras cercanas a la Venta de Aravaca. Ya con la tapia nueva que había construido Manuel de Molina, la Venta se quedó dentro de la nueva Casa de Campo, y como en muchas otras tierras los dueños tuvieron que aceptar lo que la corona les daba. Aunque en estos casos y como sucedió con el Marqués de Cobatillas, las negociaciones de venta se paraban porque estos bienes estaban amayorazgados, es decir, tenían una fiscalidad especial que a su vez impedía vender los bienes sin una justificación. No fue por eso que hasta 1746, un mes antes de que Fernando VI se convierta en Rey de España, cuando se realiza la escritura de compra.

Así queda reflejada en las escrituras:

“Venta a favor del Sermo. Sr. Príncipe de Asturias Don Fernando, de 2 casas, la una llamada venta de Aravaca y la otra Casa de Campo, unidas la una a la otra con su huerta, dos estanques, agua de pie, minas, árboles y emparrados, dentro del Real Bosque de la Casa del Campo, otorgada por Don Blas Ruiz Bayllo, Apoderado de la Real Hermandad del Refugio, en precio de 45.748 reales, y 4 maravedíes. Ante Don Juan Manuel Miñón de Reinoso, Escribano del nº de Madrid a 28 de junio de 1746”.  (A.G.P. Sección Administrativa. Legajo 1237. Expediente: 5.)

En documentos del Archivo General de Palacio, ya con antelación, en otro documento, vemos nombrada la Venta de Aravaca:

“Venta a favor del Serenísimo. Sr. Príncipe de Asturias D. Fernando de 82 fanegas y 1/4 pedazos, en término de Valdeza y Valcarnicero, para agregar a la Real Casa de Campo; otorgada por D. Francisco Bernardo de Palacio y Dª Eugenia de Salinas y Cortes, su mujer, en precio de 19.000 rs. Ante Don Pedro del Campillo Rubio, Escribano del número de Madrid, a 8 de Junio de 1725. Se dice en una parte de la escritura: “Seis fanegas y tres celemines, en el prado de Andrequina, linde con la Venta de Aravaca, y con tierras de propios y de los herederos de Pedro de Barragán”. Archivo General de Palacio. Sección Administrativa. Legajo 1230. Expediente: 2.

A través del Archivo de Palacio vamos a seguir su transformación y otros detalles interesantes.

La Venta de Aravaca desapareció en 1746

Hay un documento que paradójicamente es anterior a la fecha de las escrituras de compra de la Venta, pero que reflejan ya las intenciones que el Rey tenía con relación a ella.

El 19 de marzo 1746 quedan reflejadas en un detallado documento las obras de transformación de venta a faisanera: “Obras que se están haciendo en la Venta de Aravaca”.  Archivo General de Palacio.

LA FAISANERA VIEJA

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Rehabilitada la Venta de Aravaca por Manuel de Molina en tiempos de Fernando VI como faisanera, dio lugar a un cuartel propio dentro del cuartel de Casa Quemada y fue el llamado “Cuartel de la Faisanera Vieja”.

El 22 de junio de 1754 se nombra por primera vez como faisanera por motivo de unas obras que hay que realizar y se le encargan de nuevo a Manuel de Molina. Archivo General de Palacio.

El 28 de octubre de 1763 el duque de Medinaceli remite la relación de obras y reparos de conservación que se han ejecutado, con intervención de Alonso Méndez en la faisanera nueva y vieja, y en varias habitaciones. Archivo General de Palacio.

La Faisanera Vieja en el Mapa de Francisco Sabatini 1770 en el A.G.S.

El 27 marzo de 1770 hay un interesante documento: “relación de los reparos precisos, y repartimientos, que se necesita hacer en la faisanera vieja del Real Bosque de la Casa de Campo, para que no se arruine esta casa”. En él se dice: “Primeramente hay que hacer trece arcos en los cañones de la cueva antigua, que sirvió de bodega cuando la casa fue ventilla”. Archivo General de Palacio.

El 9 abril de 1788 en las obligaciones del sacristán de la Casa de Campo se dice: “Casa Puerta de Yerro”, la “Casa de las Faisaneras, y de la Huerta”, la “Casa Cobatillas”, la “Casa de la Puerta de Castilla” y las “Casas de la Faisanera Vieja“. Archivo General de Palacio.

Aquí se constata que ya se había construido la Faisanera Nueva del Reservado.

El 20 de febrero de 1772 tenemos la primera intervención de Sabatini en la reparación de las dos faisaneras. Archivo General de Palacio.

LA CASA DE VACAS

El 11 de diciembre de 1829, Fernando VII contrajo su cuarto matrimonio, tenía en estos momentos 45 años. La elegida fue su sobrina María Cristina de Borbón y Parma de 23, hija de Francisco I, rey de las Dos Sicilias, y de la Infanta española María Isabel. María Cristina, amante de la naturaleza, tuvo un especial cariño por la Casa de Campo. Hay que recordar que en estos años apenas se utilizaba para la caza.

María Cristina de Borbón quiso convertir la Casa de Campo en una gran explotación, en una especie de finca modelo que sirviera de referente para la agricultura española, sin olvidar los aspectos de jardín y de recreo del recinto.

Es ella la que convence a Fernando VII para que se realice el proyecto de la Casa de Vacas.

Plano de la Casa de Vacas de1862

El proyecto se puso en marcha en mayo de 1830. A Madrid había llegado un vaquero italiano, Rafael Vitaloni, que iba a ser el especialista de aquella creación. Fernando VII creó una suerte de comité responsable compuesto por el administrador, el arquitecto mayor de palacio, Isidro González Velázquez y Rafael Vitaloni. Colocó a su frente como director al marqués de Branciforte, hombre próximo al círculo cortesano de la reina. Se decidió que “el paraje más oportuno para formar prados artificiales al estilo de Italia y a donde puede colocarse ventajosamente el establo de las vacas con la casa y horno para la elaboración de los quesos de cada especie, es al norte de la posesión, en el punto de la puerta de Castilla denominado camino del Medianil, por estar cerca de los mejores pastos de los montes y de las fuentes más abundantes y saludables”.

El 30 de junio comenzaron las obras con los presidiarios útiles, un total de 80 hombres, procedentes del presidio de Santa Bárbara de Madrid

Mientras tanto Vitaloni comenzó su trabajo con diez vacas escogidas, procedentes de El Pardo, Moncloa y Aranjuez, que se estabularon en la Faisanera vieja. El 11 de julio Branciforte comunicaba que habían presentado a la reina el dibujo principal con sus respectivas plantas de una Casa de Vacas al estilo italiano. La reina dio su aprobación al igual que Fernando VII el 18 de julio. A partir de aquí los problemas se sucedieron, sobre todo los de índole económica. El proyecto de Branciforte era muy costoso. Significaba la construcción de un edificio central, de grandes proporciones, y de una serie de edificaciones auxiliares, a lo que se unía el levantamiento de un horno para ladrillos y la puesta en cultivo de una amplia extensión de terreno para prados artificiales, con su correspondiente dotación de agua. El 28 de julio Branciforte solicitó una consignación para gastos de 120.000 reales mensuales. La sorpresa por tal petición en la intendencia regia fue desmesurada. El 31 de julio Fernando VII le respondía, con cierta severidad, que debería limitar los gastos a 10.000 reales al mes, es decir, menos del diez por ciento de lo que había presupuestado Branciforte, advirtiéndole “que si no puede acabar la obra en un año la acabe en tres o cuatro, y que tenga entendido que la Tesorería de la Real Casa tiene muchos ramos a que atender por lo cual no puede girarse de largo en la petición de caudales”.

Desde este momento los escritos de Branciforte reflejan una cadena de frustraciones cada vez que recibe la negación de la tesorería en sus cuantiosas peticiones de “auxilios económicos” extraordinarios. Para empezar, Branciforte tuvo que renunciar al pedido de una maquinaria hidráulica muy sofisticada que había solicitado a los fabricantes Stolz y Compañía de París y sustituirla por dos norias de madera que bombeaban el agua del río Manzanares. También quedó frustrado el deseo de la reina de hacer venir a nuevos vaqueros italianos como ayudantes de Vitaloni. Lo que sí consiguió Branciforte fue una dotación cuantiosa de terreno, próxima a las 1.000 fanegas, aproximadamente una cuarta parte de la extensión total de la Casa de Campo.

El 9 de marzo de 1831 Fernando VII regalaba a su esposa la Faisanera y su bosque y “la huerta grande”. Se iba a crear una posesión dentro de la Casa de Campo con su cerca particular que de hecho la segregaba del conjunto de la finca.

Aquí aparece la figura del administrador cada vez más opuesto a la situación, sobre todo cuando Branciforte continuó solicitando nuevas incorporaciones de tierras a la posesión de la reina. En un escrito elevado a Palacio en diciembre de 1831, señalaba el administrador: “No puedo menos de decir que las ideas y disposiciones del marqués de Branciforte sólo se dirigen a hacerse dueño de toda la posesión y dejar a esta Administración sin recurso alguno”.

Celos, choque de competencias, pero también entraba en conflicto la propia definición de lo que debería ser el futuro de la Casa de Campo. El administrador rechaza que la finca pueda convertirse en lo que él denominaba un jardín: “Todo el mundo sabe que los Augustos Padres y Abuelos de S.M. destinaron esta posesión para bosque y recreo de caza en cuyo estado y en cumplimiento a la soberana voluntad de S.M. he procurado conservarla y fomentarla”. La insistencia de Branciforte y la intervención de la reina desembocaron en nuevas concesiones de terrenos.

El 6 de septiembre de 1831 llegó a Madrid la vacada procedente de Italia, regalo del monarca napolitano. Estaba compuesta de 16 vacas, un toro, 12 búfalas y un búfalo, con el complemento de 30 faisanes. Aunque la consignación para las obras de la nueva finca se había elevado a 14.000 reales mensuales, la insuficiencia de recursos provocó que Branciforte realizará varios arrendamientos de corte de leña o de terrenos, con los sucesivos enfados del administrador de la Casa de Campo.

En diciembre de 1832 llegaron de Italia los bustos del rey y la reina que había realizado el escultor Carlos Canigia y que iban a decorar el edificio principal. El 25 de octubre de 1833 la vacada se había incrementado con la llegada de otros ejemplares de cabaña sajona. Las obras se terminaron a finales de 1832. La liquidación económica que realizó Branciforte, en julio de 1833, permite situar el coste de las obras en 1.081.822 reales y 22 maravedises. Igualmente puede señalarse la estructura de la financiación: el 43%, aproximadamente, procedía de fondos de la Tesorería General de Palacio, cantidad que englobaba la consignación mensual a la que hemos hecho referencia; el 19,5% provenía del bolsillo particular del rey; 16,4% de la Mayordomía de la reina, y el resto de los recursos vía arrendamientos que había conseguido Branciforte.

La muerte de Fernando VII, en septiembre de 1832, dio por zanjada una cuestión legal. El rey parecía tener dudas de si el regalo de terrenos a la reina en marzo de 1831 estaba sujeto a derecho o no. Sintiendo próxima su muerte solicitó al Archivo de Palacio una información precisa de si la Casa de Campo era un bien vinculado o amayorazgado. No vamos a entrar en estas páginas en la casuística legal sobre la propiedad según el Antiguo Régimen, pero dependía de la respuesta el que la nueva posesión quedara en la entera propiedad de la reina o no tras la muerte de su marido. Aunque los asesores quizás nunca se atrevieron a dar una respuesta firme al respecto, resultan evidentes las conclusiones que elevaron al rey: “Es vinculada y como tal no se ha unido a la masa común de bienes libres que han quedado por fallecimiento de algún antiguo rey, quedando siempre unida a la Corona, es decir al Patrimonio Real”. Conviene simplemente retener una de las frases de esta especie de dictamen: la Casa de Campo no era un bien a la libre disposición de su propietario.

Entre los dibujos antes aludidos del Servicio Histórico del Colegio de Arquitectos de Madrid aparecen 14 piezas dedicadas a la Casa de Vacas. El primero de ellos hace referencia a “Una Casa de Vacas al estilo italiano” que aparece sin firma. Probablemente se trata del proyecto original que por su alto coste, dada su elegancia y grandiosidad, no pudo realizarse. Se trata de un cuerpo rectangular con una parte central dedicada a viviendas y servicios. Su fachada, a modo de loggia, consta de nueve arcos de medio punto apoyados en pilares y con ocho óculos que se sitúan en las intersecciones de los arcos y zócalo de sillería. Adosados a este cuerpo central aparecen dos dependencias y, separadas por ambas verjas, dos pequeños pabellones para casa de guardas. Frente a la fachada, una fuente adornada con la figura de una sirena que provee de aguas.

Otro proyecto, que seguramente es el que se realizó dada su semejanza con otros planos que hemos localizado y fechado en 1876, plantea una solución más modesta y barata. Se trabaja sobre un edificio preexistente ¿quizás la Faisanera vieja?, dadas las múltiples referencias de obras en este establecimiento en los escritos que Branciforte eleva a la corte entre 1830 y 1832. Propone un gran recinto cuadrado con tres entradas, siendo la principal la situada al norte. En la parte central se situaría el edificio antiguo con la ampliación y rehabilitación del mismo, en donde se establecerían las zonas de estar y de viviendas con esta disposición: en la planta baja el personal, en la planta superior el vaquero mayor. Los aposentos quedaban dispuestos en torno a un patio central. Unas escaleras, un altillo y dos depósitos de agua completarían esta zona más noble. A las afueras del recinto se situaban los lavaderos y en toda la zona norte se ubicaba el henil, espacio destinado a almacenar la paja para la comida de los animales. En medio del henil un portal grande que daba al campo conducía a una fuente situada en el centro de un gran patio. Delante de la casa se situaba un jardincillo real y un patio nuevo para el paseo del ganado con una fuente en el centro y un gran bebedero. En el ala derecha del recinto se ubicaban varias habitaciones de servicios, la cochiquera para los puercos y los establos y la enfermería para los búfalos. En el ala izquierda del recinto se emplazaban otras dependencias para aves, vacas y terneros. Una serie de minas aseguraban el abastecimiento de aguas.

Como hemos señalado, complemento esencial para la Casa de Vacas era la creación de un amplio prado artificial con sus accesorios. En otro de los planos, aparece con toda precisión este conjunto. De estructura geométrica y situado a la orilla del río Manzanares, estaba distribuido en porciones triangulares con un gran eje central articulado por tres estanques, bellamente decorados con fuentes. Otro conjunto de paseos y caminos, flanqueados por árboles, permite una utilización racional del espacio. Se ha unan estética y funcionalidad. Aparecen los siguientes edificios: el de la noria, como elemento básico, en las proximidades del río, encabezando un eje central que va de oeste a este y tiene una planta rectangular en la que sobresale el aire neoclásico de su fachada; en el extremo sur, a modo de entrada, se sitúan las dos casas de los guardas y en el extremo norte el horno para ladrillos.

Insistimos en que la competencia que tuvo la Casa de Campo con otros Sitios Reales madrileños limitó las fuentes de financiación para la finca. Fernando VII instauró otros dos nuevos Sitios Reales en Madrid: Vista Alegre y el Casino de la Reina. Este último era el más importante. Tuvo su origen en la donación que realizó el Ayuntamiento de Madrid en 1817 a la reina Isabel de Braganza y Borbón, con ocasión de su segundo embarazo. Limitaba con las actuales calles de Embajadores, Ronda de Toledo y Casino. Su núcleo principal estaba constituido por una amplia huerta denominada de Romero, ya que su comprador en 1808 había sido Manuel Romero, ministro de Justicia de José I. Allí Romero construyó una casa palacio de dos pisos y amplió la huerta y los jardines. Para Fernando VII el lugar habría de convertirse en un símbolo del poder de la monarquía. Y se puso a la obra ordenando construir una entrada monumental que daba al paseo de Embajadores, configurada con pilares de granito, rematados con esculturas. A finales de siglo esa entrada monumental se trasladó a la puerta del Parque del Retiro abierta sobre la plaza de la Independencia. Como lugar de recreo que era, la atención a sus jardines ocupó el interés del monarca. En ellos “se mezclaban el trazado paisajista con el regular, ya que entre los paseos sinuosos se podían ver algunos rectos y zonas ajardinadas en parterres geométricos”. Se renovó la casa palacio que había construido Manuel Romero. A pesar de su condición de finca de recreo, se desarrolló en el Casino una cierta actividad agrícola por lo que fue denominado en su época Casino de las Vacas. Finalmente, la reina Isabel II donó el Casino de la Reina al Estado en 1867 para servir de edificio al Museo Arqueológico Nacional.

Después de la muerte de Fernando VII y dada la minoría de edad de su heredera Isabel II, María Cristina de Borbón se convirtió en Reina Gobernadora. Los dramáticos avatares de la política de los años treinta, determinados por la Guerra Carlista y el complicado surgimiento del sistema político liberal, redujeron al mínimo el interés de la Regente por la Casa de Campo. Paulatinamente, la Casa de Vacas comenzó una lenta decadencia. En 1846 la vacada real se trasladó a la finca de la Florida. En abril de 1864 hubo un nuevo traslado de las vacas, en este caso a Aranjuez”. Progresivamente, los edificios de la Casa de Vacas se fueron deteriorando.

En noviembre de 1870 el gobernador civil de Madrid solicitaba «la cesión de la Casa de Vacas para establecer un puesto de la Guardia Civil que vigilara la vía del ferrocarril y el orden público en el interior de la Posesión”.

Con la llegada de la Casa de Saboya, en 1871, en la persona de Amadeo, se planteó nuevamente la instalación de una vacada en la Casa de Campo. En 1872 un informe sobre la Casa de Vacas utiliza el calificativo “ruinoso” para referirse a su estado”. Una vez más la escasez de recursos limitó la restauración a unas sencillas reparaciones.

En agosto de 1874 el administrador de la Casa de Campo habla de la “completa ruina de la casa de Vacas”. La misma expresión utiliza su sucesor a principios de 1875, momento en el que se decide y realiza la rehabilitación del edificio sin llegar a su primitivo esplendor. La rehabilitación tenía como objeto nuevamente el restablecimiento de una ganadería vacuna. Así lo decidió el decreto del 25 de diciembre de 1875. Se compraron en Andalucía 156 reses vacunas y 42 rastras que llegaron a la Casa de Campo el 30 de junio de 1876. A finales de siglo la Casa de Vacas volvía a surcar las aguas de la decadencia.

DOCUMENTOS

Tenemos un documento del 12 de enero de 1833 cuando la reina se trae las cabras del Retiro a la Casa de Vacas de la Casa de Campo.

Con la muerte de Fernando VII el 29 de septiembre de 1833 este interés se mantendría con su hija Isabel II y Alfonso XII, todos ellos alejados de la afición cinegética.

Y en ese mismo año tenemos un documento del  19 de agosto de 1833 en la que: “D. Francisco Javier de Goya, vecino labrador de esta corte P.A.L.R.P. de V.M. con el más sumiso respeto expone; Que por el Marqués de Branciforte, director de las obras y de la Administración de la posesión de la Reyna N. Sra. existente en la Real Casa de Campo y con aprobación de S.M. se dio al exponente en pública subasta el arrendamiento de 700 fanegas de las 800 de que se compone el terreno señalado para el cultivo a beneficio del establecimiento de la casa de vacas y fábrica de quesos al estilo de Italia por el tiempo de dos años y siete meses y medio…”  Archivo General de Palacio.

El 30 de abril de 1842 tenemos un documento que dice: “aposento Real en la Casa de Vacas” “Un retrete de cobre completo. Un vaso de barro blanco para retrete. Otro vaso de retrete”. Archivo General de Palacio.

El 30 de septiembre de 1846 en la relación de “fincas, rentas y derechos que corresponden a S.M. en la Real Casa de Campo” se describe así: “casa de la Faisanera vieja con nueve habitaciones, dos grandes salones, dos patios y dos gallineros”. Archivo General de Palacio.

Como vemos en este documento, cuando la Faisanera Vieja se transforma en Casa de Vacas, la Faisanera que ahora conocemos en el Reservado, toma su nombre y se convierte en la Faisanera Vieja.

En el Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España de Pascual Madoz 1848 leemos: “la casa de Vacas, con un retrete para S. M. es de figura cuadrilátera; tiene 17,760 pies cuadrados de superficie, varias habitaciones para los dependientes, y 3 grandes naves, que sirven de cuadra, por cuyo centro pasa una alcantarilla para el desatine; además cuenta un laboratorio de quesos, 2 grandes patios, que sirven para desahogo del ganado, y una habitación en el piso principal para el vaquero mayor: este edificio se reedifico por real orden de 27 de mayo de 1830, mandándose rehabilitar de nuevo por otra de 13 de mayo de 1843: en esta época ha recibido diversas mejoras, como la formación de un solano para depositar la leche, el blanqueo de todo lo interior, y la continuación de su alcantarilla; invirtiéndose en todo la cantidad de 51,184 reales 13 mis.”.

Diario oficial de avisos de Madrid, 24 de noviembre de 1848, página 2. Leemos: “Se venden en la real casa de campo algunos chotos procedentes de la vacada de S. M.: las personas quienes convenga su adquisición podrán enterarse de sus precios en la oficina de la administración, plazuela de la Armería, casa de Pajes, número 1, piso bajo”.

El 4 de noviembre de 1870 “el gobernador civil pide se le facilite el edificio de casa de vacas para establecer un puesto de guardia civil”. Archivo General de Palacio.

El 19 de noviembre de 1872 se lee: “la casa de vacas, almacén de forraje”.  Para las Caballerizas Reales. Archivo General de Palacio.

El 18 de octubre de 1874 se proponen: “reformas en la Casa de Vacas” Se repondrá un trozo del muro que estaba en malas condiciones, y se aprovechará para insertar una verja nueva y retocar la cubierta. Archivo General de Palacio.

Planos:

 Topografía Catastral de España 1861-1865, viene dibujada, pero sin nombrar.

* En el plano “Real Casa de Campo” de la Dirección General de Operaciones Geográficas del año 1865.

* En el plano “Real Casa de Campo” del Instituto Geográfico y Estadístico del año 1912.

* En el plano “Real Casa de Campo” de Gonzalo Viana (Reinado de Alfonso XIII).

* En el plano “Real Casa de Campo” del Depósito Geográfico e Histórico del Ejército del año 1929.

* En el “Plano del paseo de carruajes y emplazamiento de los inmuebles inventariados” dentro del trabajo “Plan de utilización y aprovechamiento de la Casa de Campo” de los arquitectos Manuel Álvarez Naya y José de Lorite Kramer del año 1931 publicado en 1933.

* En el plano de la Casa de Campo dentro del trabajo “Memoria de la labor realizada por el primer Ayuntamiento de la II República Española” de Manuel Muiño Arroyo publicado en 1933.

* En el Plano de la Real Casa de Campo del libro “Lo que yo haría en la Casa de Campo” de Daniel de Linos Lage de 1943.

Algunas citas más sobre la Venta de Aravaca:

En una escritura de compraventa del 9 de junio de 1725 se dice: “Siete fanegas, a espaldas de la Venta de Aravaca, junto al arroyo de Andrequina y con tierras de propios”. Archivo General de Palacio.

El 9 de octubre de 1725 se registra una escritura que dice: “Esquina de los cerros de la Viña, por bajo de la Venta de Aravaca, en el barranco que baja a Andrequina, y tierra comprada a la memoria de Miguel de Madrid”. Aquí se nos da una perfecta descripción del lugar.  Archivo General de Palacio.

En unas escrituras del 20 de Mayo de 1735 leemos: “Venta a favor del Sermo. Sr. Príncipe de Asturias D.  Fernando, de 11 tierras su caber 99 fanegas y 7 celemines en el Real Bosque de la Casa de Campo, en los parajes llamados los Tarros, Portillo, Valderrama, Tarros y Largas Traviesas, Fuente del Madero y Venta de Aravaca… en la fuente del Madero, linde con el camino de Aravaca y con tierras de Santa Leocadia y con el arroyo de Valderrama”. Archivo General de Palacio. Sección Administrativa. Legajo 1233. Expediente: 3.

El 7 de abril de 1745 tenemos una escritura que nos vuelve a situar perfectamente el lugar: “97 fanegas de tierra, linde con la Casa de Campo, propiedad de la Hermandad del Refugio, inmediata a la venta de Aravaca con el Camino Real de Castilla, con el nuevo de Pozuelo y prado y arroyo de Andrequina”. Archivo General de Palacio.

El 1 de abril de 1745 en las escrituras de unos terrenos del Marqués de Villatoya se dice: “mirando a la venta de Aravaca, en donde dicha tierra hace dos piernas, por dividirla una chorrera por donde bajan las aguas cuando llueve, que por esta razón llaman la tierra de Calzones”. Archivo General de Palacio. Sección Administrativa. Legajo 1236. Expediente: 9.

Huella de los cimientos de la Casa de Vacas en 1960

Por culpa de la Carretera de Castilla y las vías del Tren, las ruinas de la Casa de Vacas y su fuente han quedado en un pasillo de terreno de difícil acceso pero que merece la pena visitar

RECUERDOS de la Casa de Vacas y su fuente:

Carlos Buchó Merino recuerda a las personas que durante años cuidaron de la Casa de Vacas, hoy están todos fallecidos, estos hombres realizaron la fuente que estaba destruida con ladrillos y cemento, posteriormente  el ayuntamiento la restauró.

Los dos pilones que eran de cemento los retiraron, poniendo unos labrados en granito, también restauraron un canalillo pegado a la pared con un quiebro de 90º  lo restauraron hasta un sumidero, reponiendo las partes de granito que faltaban.

En su restauración, la mina de agua quedó durante meses abierta, como todos conocéis esta mina contaba con una puerta en hierro con cerrojo y llave, yo visite la mina hasta que llegué a un pozo, que  no lo pasé por temor, pero la mina seguía hasta otro pozo.

Como conoceréis esta mina de agua cuenta con otra mina próxima que está sin uso.

Con la nueva restauración lo que fue una puerta la tabicaron con ladrillo, dejando un tubo único de salidas de agua, a los pocos meses se obturó llenándose la mina de agua y saliendo por los ladrillos de la pared, por iniciativa individual se realizó un agujero 20 cm por encima de la salida de agua lo que evitó que el muro se viniera abajo, posteriormente el ayuntamiento puso otro tubo en este agujero, no volviéndose al día de hoy a obturarse.

Las personas mayores que cuidaban este entorno habían creado una zona de protección de arbustos y plantas poniendo setos con mallado de doble torsión, un buen día apareció un argentino que le pareció todo mal y estuvo más de dos meses llevándose todas las infraestructuras de protección de las plantas.

Posteriormente  otro grupo de personas mayores han frecuentado y realizado pequeñas modificaciones pero no en la fuente sino en las proximidades, de alguno de ellos han estado retirando ladrillos de lo que fue la Casa de Vacas, para realizar varias charcas con ellos desviando el pequeño caudal del arroyo que genera la fuente.

Hace casi un año retiraron o robaron el cartel que daba cuenta de la Casa de Vacas, y al día de hoy no lo han repuesto.

Con el desastre de «Filomena» cayeron árboles próximos a la fuente cambiando su fisonomía, desde entonces no se ha realizado ningún mantenimiento de ningún tipo, siendo penoso su estado.

El Ayuntamiento ha puesto un cartel inadecuado pidiendo que no se beba agua por no ser apta para beber. debería poner AGUA NO TRATADA

El agua es natural y apta para el consumo ya que el agua no está en contacto con ninguna construcción que pudiera dar filtraciones, de sus aguas fecales.

La única construcción histórica de esta cuenca que afectara a las aguas de la mina era la de los guardas de la puerta de Aravaca.

Miguel Ángel Delgado, recuerdo que de niño iba todos los domingos con mi familia a un lugar cercano a la Casa Vacas, siempre nos pasábamos por la fuente a coger agua. Allí había un grupo de «señores mayores» en mi percepción de niño, autodenominados «la Peña» que mantenían el lugar limpio y cuidado. Sin embargo recuerdo perfectamente que en un muro de cemento gris que ahora no existe habían pintado un letrero que decía «Fuente Casa Vacas restaurada por la Peña». Otro dato curioso y habitual de la época era la presencia de un espacio en el lado izquierdo de la fuente y delimitado por piedras donde en invierno siempre había lumbre encendida para hacer chuletas. Esto en la actualidad sería políticamente incorrecto.

Si vamos al norte podemos ver el Puente Alto sobre la vía del tren.

Si vamos al sur pegados a la vía del tren al llegar al Arroyo de Antequina veremos el Puente Bajo.

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